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Morrer de fame na era tecnolóxica

Morir de hambre en la era tecnológica

Son las 12:30 h de un Viernes de Julio; los mercados respiran aliviados porque se va a inyectar de nuevo un dineral para rescatar a Grecia. Las entidades bancarias presentan sus cuentas y las ganancias siguen siendo la tónica, aunque ¡pobrecitos!, ganan menos que otros años. Cuanto más se aprieta a los ciudadanos y cuanto mayor son las medidas tomadas para reducir su estado de bienestar, mayores son las ganancias de estos entes que se hacen llamar mercados, a los que nadie ve pero todos siguen con gran expectación.
Las matemáticas explican sencillamente el proceso mediante el cuál, el dinero se va de las manos de unos muchos, para pasar a las manos de unos pocos. El resultado es evidente y así tenemos a un puñado de personas que dirigen el mundo, forradas a costa de meter miedo a los gobiernos de turno para que aprieten a sus gobernados, mientras intentan convencernos de que es lo mejor. ¿Lo mejor para quién?: para los de siempre.
Mientras tanto, y hace apenas 10 días escucho en una radio nacional que una ONG informa sobre una hambruna inminente en la zona del cuerno de África. La noticia no saltó a los medios de forma más contundente hasta hace dos días y llegué a pensar que nadie se iba a hacer eco de esta noticia trágica, que me recuerda a los años 70 y 80, en los que curiosamente y casi a diario, los informativos abrían con este tipo de noticias.
Vivimos en la era de la tecnología y podemos hacer casi de todo sin movernos de una silla. Con un móvil, movemos el mundo y mientras nos asombramos de todo lo que podemos hacer en contacto con una pantalla, hay regiones en la tierra, donde sus habitantes mueren de hambre. Es cierto que no sólo motivos macroeconómicos globales han abocado al cuerno de África a una nueva hambruna, pero no es menos cierto que ninguna superpotencia de las que suelen invadir países y gastar millones en viajar a planetas lejanos, parecen interesadas en abanderar una misión con la finalidad de garantizar que las personas puedan ser definitivamente autosuficientes y en último caso, que las ONG´S puedan hacer su trabajo con eficiencia, garantizando que la ayuda que se envía a estos países llega íntegra y no se queda por el camino en manos de dictadores y terroristas.
Llegamos a la luna, fusionamos el átomo, creamos órganos artificiales y mecanismos imposibles, clonamos animales e incluso descubrimos agua en planetas deshabitados, y sin embargo, somos incapaces de acabar con el hambre.
Son las 14:30 h; acabo de recibir una llamada de una ONG, que curiosamente solicita en estos momentos un incremento de cuota. Imposible decir que no, pero ¿arreglo algo? No. Lavo conciencia ante la impotencia de ver la pasividad de los que tienen la capacidad para arreglar esto y no lo hacen.
Mientras, los entes siguen engordando

Beatriz Vázquez Monroy

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