En un Castillo de Viveiro, de cuyo nombre forzosamente tengo que acordarme,
no ha mucho tiempo que gobiernan dos hidalgos no precisamente de los de lanza
en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Tienen en su
sobredicho castillo un ama a punto de llegar a los sesenta, y dos mozos de
campo y plaza, que así vigilan la entrada al Castillo como toman la
podadera. Frisa la edad de nuestros hidalgos con los cuarenta años; no son
de complexión recia, secos de carnes ni enjutos de rostro.
Es, pues, de saber que estos sobredichos hidalgos, los ratos que están
ociosos (que son los más del año) se dan a leer libros de caballerías con
mucha afición y gusto y llega a tanto su curiosidad y desatino en esto que
llevaron a su Castillo todos cuantos pudo haber dellos.
De esta manera perdieron los pobres caballeros el juicio.
En resolución, se enfrascaron tanto en su lectura, que, aunque no pasan las
noches leyendo de claro en claro, sí pasan los días leyendo de turbio en
turbio; y así, del no mucho dormir y del mucho leer, se les secó el cerebro
de manera que vinieron a perder el juicio.
Llenóseles la fantasía de todo aquello que leen en los libros, así de
encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros,
amores, tormentas y disparates imposibles; y asentóseles de tal modo en su
imaginación que es verdad toda esta máquina de estas soñadas invenciones
que leen, que para ellos no hay otra historia más cierta en el mundo.
El Castillo de Viveiro se rige por un Estatuto (regla que tiene fuerza de
ley), y que en su artículo 2º dice que es “una entidad privada, SIN FINES
LUCRATIVOS…” pero ellos dicen en la prensa que elaboraron un borrador del
proyecto de viabilidad con el que pretenden reflotar el Castillo, que
contempla una inversión de 580.000€ (prácticamente CIEN MILLONES DE
PESETAS) y que para conseguir este montante el Castillo ofrece
participaciones de 500€ a socios y no socios, con un máximo de 2 por
persona y que, anualmente el Castillo REPARTIRÁ BENEFICIOS entre los socios
inversores. También dicen estos hidalgos que, por otra parte, tienen
pendiente la renovación de su concesión con Portos de Galicia. Esto, en el
idioma de Valentín Paz Andrade se llama “poñer o carro diante dos
bois”. Y, aunque Portos de Galicia les otorgue la concesión, tampoco saben
el importe del canon que les caerá encima, que no será moco de pavo.
También hablan de pedir un crédito. Cualquier hijo de vecino puede pedir un
crédito, pero una cosa es pedir y otra, bien distinta, es no dar. ¿Qué
entidad de crédito estaría dispuesta a conceder un crédito de CIEN
MILLONES DE PESETAS al Castillo de Viveiro? ¿Bankia, tal vez?
Por otra parte dicen que tienen que captar 470 socios nuevos para llegar a
1.020.
Y así, con estos tan agradables pensamientos, llevados del extraño gusto
que en ellos sienten, se darán priesa a poner en efecto lo que desean.
José Antonio Abella Albo