Site icon Crónica3.com A Mariña

Se Deus quere, si; se ti queres, non

Si dios quiere si; si tu quieres no

Será lo que Dios quiera!….así me consolaba una señora cuando ante el miedo a perder a mi hijo Raúl por una amenaza de aborto, me sinceraba con ella.

Me quedé pensando en lo humano y lo divino mientras digería la frasecita en cuestión, y ahora vuelvo a recordar en pleno debate sobre el aborto aquellas palabras, porque tras varios años de leyes y debates, aún hoy en día desde algunas esferas religiosas y políticas pretenden tutelar de nuevo nuestro cuerpo y nuestra maternidad, dejando tal elección en manos de un ser divino.

Alberto Ruiz Gallardón no ha entendido que mayoría absoluta es distinto de absolutismo mayoritario y que la sociedad española no va a aceptar retroceder en el tiempo en ciertas cuestiones, que como en el caso de la interrupción voluntaria del embarazo, parecían estar superadas desde hace algunos años. Olvida el Sr. ministro, que la Ley del aborto surgió como consecuencia de un grave problema de salud pública, ante las muertes y lesiones graves que sufrían las mujeres sin recursos, que optaban por no llevar adelante su embarazo, acudiendo a remedios caseros o bien poniéndose en manos de personas sin formación sanitaria que practicaban abortos de forma clandestina y sin medios. Las mujeres que si disponían de recursos, acudían con garantías a centros específicos a Londres o a otras ciudades europeas y de esta forma, la capacidad económica era lo único que diferenciaba el acceso a elegir.

La desigualdad a la hora de poder acudir a una interrupción segura del embarazo fue paliada por el gobierno socialista de Felipe González, que lo que hizo fue canalizar las demandas de multitud de colectivos de mujeres y también hombres, que llevaban años organizados, asistiendo y apoyando a la mujer en asuntos de salud sexual y reproductiva y paliando las consecuencias físicas y psíquicas ante la falta de cobertura legal y sanitaria en esta materia.

Le pediría al ministro de Justicia, que si realmente quiere ser justo, garantice que las familias que decidan traer a este mundo a niños con problemas de malformaciones u otros que causen dependencia, tengan asegurados los medios para sacarlos adelante. Nadie obliga a ninguna mujer a abortar, aún si su hijo viene con problemas; de la misma manera, usted no puede obligarme a ser madre si yo no quiero. Nuestra libertad, la de unas y otras, es poder elegir y a usted le toca garantizar que podamos hacerlo, porque no es de recibo en los días que vivimos que sea un ser divino al que no conozco, el que decida si mi hijo nace o no.

Beatriz Vázquez Monroy

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