¿QUÉ HA SIDO DE LOS OBJETOS ROBADOS DE LAS IGLESIAS?
Hace un año que, como epílogo de un gran disgusto, los feligreses de esta amplia comarca del arciprestazgo de Ribadeo tuvimos una ilusión. La ilusión de ver recuperados los muchos objetos de culto y obras de arte, alevosa y furtivamente sustraídas de nuestras iglesias. La noticia saltó a los medios el día 11 de enero del año 2012. Fue el 1 de enero de ese año, cuando un grupo de feligreses de la parroquia de Sante, en Trabada, se percataron asombrados de la sustitución de unas antiguas y valiosas imágenes de su iglesia parroquial por otras de plástico. Poco después, y unas tras otras, se fue detectando la sustracción de imágenes y otros valiosos objetos de culto en otras nueve parroquias más. Y, curiosamente, todas ellas bajo la administración del mismo clérigo.
Desde estas mismas páginas y en repetidas ocasiones hemos elevado indignados nuestras voces a la autoridad diocesana para que iniciara con diligencia y celeridad una investigación clarificadora de los hechos ocurridos y presentara la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil a fin de poder recuperar las obras sustraídas antes de su total desaparición en los almacenes de los marchantes o en ciertas mansiones privadas. Las preguntas y quejas que entonces planteábamos a los responsables diocesanos sobre el autor o autores de estos robos y el destino de las obras desaparecidas han sido permanentemente ignoradas. Fue gracias a las investigaciones llevadas a cabo por la policía autonómica que, por fin, el caso acabó en los tribunales. Un silencio y pasividad de los responsables diocesanos que, en nombre de una falsa prudencia, permitió que el transcurso del tiempo impidiera la recuperación de muchos de los objetos robados. Una negligente actitud de desidia que, vista la pasiva actitud de los actores complicados en este caso, hace que muchos se pregunten ahora sobre la seguridad y el destino de tantas obras de arte depositadas por muchas parroquias de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol en el Museo Catedralicio y Diocesano de Mondoñedo. ¿Estará su custodia segura, se preguntan algunos? Una lamentable actitud que trae a mi memoria aquella sentencia que Cervantes pone boca de Sancho Panza, cuando éste se niega a montar en el caballo volador como le pedía la condesa Trifaldi, “En la tardanza va el peligro”. Y ante tanta pasividad de los responsables los indefensos feligreses afectados se preguntan ahora en dónde están los objetos que faltan, quién protege los bienes de sus templos, quién defiende al rebaño del lobo rapaz.
¿Estamos, acaso, ante una turbia estrategia dirigida a proteger la imagen de ciertas personas? ¿Qué oscuros intereses dilatan tan obstinadamente, sino, el esclarecimiento del destino de los objetos robados? ¿O es que a la autoridad diocesana no le incumben estos saqueos? ¿Y a quién sino?
José María Rodríguez