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El canto de la moneda

Si observas que tu hijo, aún siendo de corta edad, prefiere una moneda a un juguete, que no se separa de ella y la muestra con orgullo , comienzas a reflexionar. Si el niño crece, te pregunta por qué dicen los libros que las monedas tienen dos caras y tú sabes que la mayoría de los ciudadanos conocemos la cruz , el cerebro te produce un retortijón. Pero si el niño deja de ser inocente y no acierta a comprender por qué el reverso, a pesar de llevar la indicación del valor monetario ,tiene menos importancia que la cara te dá la impresión de que comienza a sospechar de las “ verdades “ de los adultos. Claro que si al convertirse en un avispado adolescente se percata de que el tener mucha cara o el vivir de la cara , es símbolo de admiración, la has pifiado. Todo el sistema se ha derrumbado.

A partir de ahí todo será desconfianza. Cualquier intento de enderezarlo al buen camino será considerado como un castigo, inmerecido, pues la comparación con los menos esforzados será inevitable.El chico protestará, afirmará sentirse despreciado, como el canto de la moneda, algo insignificante que soporta día a día la presión de las dos “caras”, quienes se gastan el morro predicando que todo lo hacen por su bien pues él es lo más importante. ¡Ja!.¡Ja!

El chico oye pero no escucha; sabe que discutirán los padres y se echarán las culpas. Suficiente para argumentar sus mil justificaciones a una conducta antisocial e irracional. Conclusión: para él “La silla de Dios está vacía”, diría Julio Camba, y tu hijo se puede convertir en un proyecto de escombro humano. Y eso duele.

Dada la gravedad del caso es urgente decidir. Conviene sentarse con una moneda en la mano y darle vueltas. Te parecerá que lo estás haciendo bien . No encontrará s la explicación a tanta disconformidad y a tanta insatisfación. Mas al fijarte atentamente en el canto de la moneda ,poco a poco, vas cayendo en la cuenta de que tú, como persona, como ciudadana/o también formas parte de él. Te aprietan por todas partes ¡Vaya coincidencia!

Tú, que admirabas las monedas , no por su valor, sino por lo que en si encerraban, el orgullo de un pueblo el respeto a los que te gobernaban, ahora descubres que incluso a las incripciones que llevan les llaman leyendas. Es decir, te lo pintan maravilloso pero se aleja de lo verdadero.

Y te vienen recuerdos. Tiempos en los cuales, por la gracia de Dios, las monedas siempre estaban con la cara al sol mientras otros ,a la sombra, soportaban el yugo; recuerdas también cuando el valor , el peso y el poder de la cara se erosionó, disminuyó, se diluyó y se substituyó porque “los pueblos que alientan una fe siempre se redimen”,sentenció Tolstoi, al masticar los frutos de “Guerra y Paz.”

Tiempos de emoción al descubrir que la moneda no era plana , ni había sido creada para vivir acostada. Conciertos sin ira , canto del pueblo que enamoró su palabra con el diálogo y engendró y alumbró la democracia, la niña más bella, la de varias caras, todas con las mismas estrellas. Pronto esa niña aprendió a girar a uno y otro lado. El pueblo, orgulloso , aplaudía , sustentaba con alegría y sacrificio igual que los padres miran de un hijo.

Y ahora te duele , después de tanto esfuerzo , que observes, perplejo, a las dos caras , derecha e izquierda , dándose irresponsables empujones .Llegas a pensar si esconderán oscuras razones. Y eso te jode, te cabrea, aunque repitan hasta la saciedad que todo lo hacen por el bien del pueblo, el canto de la moneda.

Oímos hablar a los políticos, pero no queremos escucharlos y casi estamos por la idea de callarnos, de enmudecer .

Sentimos que nos están esquilando y el “esquileo” del canto ya fue prohibido en el siglo XVIII cuando se limaba , siguiendo todo el borde de la moneda de oro y plata, para utilizar las limaduras con fines de lucro.

¡Basta ya! Que sobre el canto se vuelva a grabar Paz, Justicia e Igualdad ; no como leyenda sino como realidad para que retorne la confianza al sistema y mi hijo aprenda a vivir entre dos caras sin sufrir más contiendas.

Francisco Piñeiro González

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