Cuando hace unos años, nos reuníamos en una cena los bureleses que nacimos en aquel año de 1942, no pude evadirme de traer a mi mente, aquella frase, que ya he mencionado del cartel del dibujante Batardo, pues estimé el que también nosotros, de un modo u otro, habíamos perdido; si bien a estas alturas no tengo la certeza plena de esa perdida, sino que sinceramente no lo se; pero lo que con certeza, sí puedo asegurar, es que aquella Burela de 1942, en la que habíamos nacido los bureleses y burelesas, reunidos en aquella cena de fraternidad, fue una Burela, en la que, muy a pesar de los difíciles tiempos en los que transcurrió nuestra infancia, y luego nuestra adolescencia y juventud; hoy, puedo afirmar y constatar, el que la solidaridad fraternal, fue el factor primordial de esta villa marinera que, cobijada cual doncella en su amante, a la sombra del Monte Castelo; perpetuamente mirando al mar, ha sido ejemplo de hermandad vecinal, esfuerzo común, calor humano afectivo y comprensión casi instintiva, de saberse involucrados comunitariamente, en una empresa común de amor hacia esta burivida tierra, y entre las gentes que forman su pueblo.
Han pasado los años, y esas características de los bureleses, se han podido apreciar, al constatarse en el día a día, y también verificarse de forma visible y palpable, en esa demostración ejemplar de ausencia de racismo o xenofobia, hacia los inmigrantes extranjeros, quienes son hoy ejemplo viviente de esa solidaridad fraternal burelesa que, ellos han manifestado de ser cierta, en multitud ocasiones de forma reiterada, al reconocer sin ambages, haber sido objeto de tal solidaridad y fraternal acogida, cosa que puede verificarse “in situ”, ya no sólo al sociólogo profesional de turno, sino incluso, al observador imparcial más profano, puesto que salta a la vista, el que todos los inmigrantes en Burela, han podido integrarse plenamente, sin importar su nacionalidad de origen, ni sus raíces culturales o étnicas.
En Burela, sus gentes siempre hicieron gala con fervoroso ahínco, de una laboriosidad ejemplar que, en ningún momento de su historia dejó de ser, y gracias a la cual Burela, siempre logró vencer todos las adversidades y avatares que la vida prodiga, debido a ese su secreto, o formula magistral, que ha sido siempre, el saber unir a esa laboriosidad constante, el sentimiento perenne de su solidaridad fraternal, que cual cual don o legado valioso, recibido de sus ancestros, hasta el punto que, da la impresión de que dicha solidaridad fraternal, ajena a cualquier tipo de condicionantes, es algo que en el pueblo de Burela, nos otorga la sensación, de que ya se ha convertido por el transcurrir de los años, en algo consustancial y genético, propio de sus habitantes. Ese legado ancestral heredado de sus mayores, hemos podido ver como sale siempre a relucir, precisamente en los momentos significativos, como son esas horas difíciles de tragedia, que surgen a lo largo de la historia de los pueblos marineros, pues cuando eso ha sucedido, el pueblo de Burela hace aflorar, como impulsado por no se sabe que resorte genético, esa su heroica y ejemplar solidaridad fraternal, humana y sincera, que brota de la más íntima esencia de su ser como pueblo.
Llegadas estas fechas señaladas, muchos bureleses tornamos la vista atrás, y nos sumergimos en el recuerdo de unos tiempos idos, en los que inconscientemente dada nuestra corta edad, vivimos esa solidaridad fraternal, y que por aquellas fechas, nuestra mente infantil y luego adolescente, aprendió a fraguarse, y así podemos verlo a lo largo de las páginas, del valioso libro que sobre la Historia de nuestro pueblo, nos legó a todos, quien fuera nuestro primer cronista oficial y preclaro burelés ejemplar, Don Ricardo Pena Domínguez; libro donde podemos apreciar que, sólo el incansable trabajo, junto con ese don ejemplar de la solidaridad fraternal, ha sido la constante del pasado histórico de Burela; dones que todos los bureleses deseamos, continúen siendo, la premisa esencial diferenciada de nuestro futuro.
Yo viví en cuatro de las zonas o barrios, de los cinco que por entonces tenía Burela en la practica, como núcleos habitados; nací en la casa de la señora Brígida, frente al entonces café de “Pancho”, posteriormente , “Casa Marta”, en la entonces denominada, “Carretera general”; hoy denominada, con el nombre de quien fuera un gran alcalde, y un gran artífice del inicio del avance y desarrollo de Burela, y por haberlo constatado así, fue por lo que con tanto acierto en su día, se le dio merecidamente el nombre, a la antigua “Carretera general”, convertida hoy en la flamante y moderna avenida que, lleva el nombre de aquel que fuera su alcalde; Avenida de Don Arcadio Pardiñas, cual reconocimiento intrínsico de merecido reconocimiento y honor debido.
Y fue precisamente, en la antigua “Carretera general”, hoy Avda. de Don Arcadio Pardiñas, donde el recordado Evaristo, -ya hace años fallecido-, regentaba con su esposa Marta, el establecimiento conocido por el nombre de, “Casa Marta”, y con anterioridad por el de, “Café de Pancho”. En dicho establecimiento, Evaristo, fue poseedor del arte, de saber hacer el mejor café express o “cortado” que, jamás he podido saborear nunca en toda mi vida; incluso durante mis recientes viajes y estancias, en algunos de los más importantes países cafeteros, así como en mi nueva residencia, en Colombia o en Costa Rica; países cafeteros por excelencia, como bien todos sabemos, y en los que como buen adicto al café, confieso que intenté por todos los medios, lograr saborear un buen “cortado” como los que me hacia Evaristo, pero siempre han sido vanos mis intentos, pues jamás he podido lograrlo.
Recordamos también aquel “Salón de Picos”, donde tantos mozos y mozas de Burela bailamos, y en su doble vertiente de primera sala de cine existen en la localidad, pudimos ver también por aquel entonces, las películas de la época más notables; eso sí, con un cierto retraso en el tiempo de sus estrenos, estando además, al igual que el resto de españolitos y españolitas de entonces, necesariamente obligados a tragarnos estoicamente, antes de la proyección del filme de, el consabido, “NO-DO” que nos informaba, de los pantanos visitados por el “invicto Caudillo”, la “Operación Plus-Ultra” y los Coros y Danzas de la Sección Femenina de Falange, así como de la guerra de Corea, etc.
¿Y quien de nosotros ha podido olvidar, aquellas celebraciones del Carnaval burelés, tan propio y genuino, cuyo indudable artífice, fue por muchos años aquel simpático bureles, que conocíamos como el señor “Cardoxe”? Unos Carnavales cuyas comitivas, partían desde “a Calle do Can” hasta “O´Porto”, y donde de una forma muy enxebre y particular, privativo del Carnaval de Burela, se celebraba aquel evento “da corrida da auga”, al típico grito de la consigna de: “¡Auga aquí!
La barbería del señor Hilario, donde él y su hermano José, indefectiblemente con maestría ejemplar, nos rapaban la cabeza a los niños, adolescentes, mozos y mayores de la villa marinera burelesa; establecimiento donde por entonces, también se afeitaba con navaja barbera, haciéndose alarde magistral, de ese viejo arte practicado a los varones, por los mejores fígaros. En aquella barbería, especialmente en épocas de fiesta, era inevitable al que a los hermanos Hilario y José, se les pusieran los idóneos refuerzos, para poder pelar a todos los varones del pueblo, y fue así cuando a alguno de nosotros, nos tocó en suerte, el ser literalmente esquilados capilarmente, por aquel gran hombre burelés; un hombre tan grande y gigantesco como bonachón; el señor Manuel García, conocido por el mote de, “O baila baila”. Con Manuel García, siendo yo aun muy joven, casi un niño, compartí con él unas noches de pesca, en la lancha motora de Marcial “da Puchina”,-ya fallecido-, quien me conocía desde niño, pues me crié muy cerca de su casa, donde su madre me dio en tantas ocasiones, una cunca del más rico caldo gallego que he degustado en toda mi vida. La motora de Marcial, llevaba a remolque una pequeña lancha jamela, en cuya popa estaba instalado un gran foco denominado petromás, y allí subido a aquella jamela, pasé uno de los mayores sustos de mi vida, pues al subirse a la jamela “O´Baila baila”, ante tan grande humanidad en el más amplio sentido de la palabra, se alzó de proa la lancha jamela; tanto, tanto, que el agua casi llegaba al ras de la popa amenazando con inundar la lancha; pero “O Baila baila” me dijo: “Non te asustes pequeno. Non pasa nada; eu saio todas as noites e a jamela non se anaga, nin se afonde; pero ademáis, rapaz, despois desta noite pescando canda min, na lancha motora de Marcial, xa non soio serás dos “de Mariñeiro” de alcuño, (en alusión al mote con la que se conoce a mi familia, como; “Os de Mariñeiro”), senon que tamén serás todo un mariñeiriño de verdade”.
Unos años más tarde, ya pudimos contar con la llegada al mismo establecimiento de peluquería del señor Hilario y de su hermano José, del conocido y apreciado, por entonces joven, Wenceslao Fanego, más conocido popularmente por, “O Chaio”, hoy ya jubilado, y de quien hemos tenido la suerte y el privilegio, de haber contado con su noble y leal amistad, y quien posteriormente años más tarde, regentó su propia peluquería, hoy ya desaparecida.
En el primer local de la Peluquería “O´Chaio”, se compartía en animadas tertulias de todos los temas; futbol, cotilleos típicos de pueblo, y hasta se llegó a confeccionar, una determinada lista, de una agrupación política, con los candidatos a las que serían las primeras elecciones municipales de la democracia, al Concello de Cervo, al que por entonces aun pertenecía Burela. Cuando aquel pequeño y viejo local fue derribado, junto con otras edificaciones, para construir un moderno edificio, fuimos muchos los bureleses de todas las edades, que sentimos tristeza y añoranza por aquella grata convivencia de la que fueron mudos testigos, las cuatro paredes del local de la primera Peluquería “O´Chaio”, y yo mismo, a rimo porteño con letra de tango, escribí un pequeño articulo dedicado al viejo local, y que publicó “El Progreso” de Lugo, y cuya fotocopia del artículo en cuestión, guardó por un tiempo Wenceslao, dentro de un cajón, en el nuevo local donde volvió a instalar su Peluquería “O´Chaio”; nuevo local que también por un tiempo acogió a los antiguos contertulios.
¿Y quien no recuerda aun, entre los bureleses que peinamos cabellos repletos de canas, o incluso algunos carentes del mismo, la taberna de “O´Valiente”, ubicada en la entonces carretera general, frente a la cual, y en la casi única acera que entonces existía en Burela, se emplazaba entonces, el mercado de los viernes, y donde también se encontraba la consulta médica de Don Rafael Bior, el único médico que había en Burela por aquellas lejanas fechas. Y un poco más arriba, en la conocida como, “a Calle do Can”, se encontraba la “Taberna de Paulino” que, era hermano de “O´Valiente”, únicos establecimientos que por entonces, junto con la “Casa de Remedios”, “Casa de Cazón”, y el “Chigre”, ubicados en la zona del puerto, se podía tomar una copa, beber un vino, o comprar una cajetilla de tabaco “caldo de gallina” o de “cuarterón”.
De aquella pequeña Burela que, anhelaba el progreso de los pueblos vecinos, y que en una mayor medida tenían por aquel entones; aquella Burela, donde aun no habían llegado inmigrantes, exceptuando algunas familias portuguesas afincadas en la villa desde hacía ya tiempo, pues habían venido a trabajar en el trazado y construcción, de la línea de ferrocarril que en la actualidad regenta FEVE, durante los años de la dictadura del General Primo de Rivera, que fue cuando se dio inicio a las citadas obras.
La Asociación Cultural “Buril” primero, y en fechas más recientes, la Asociación de Vecinos de las “Casas Baratas”, han sabido recoger en sendos y excelentes testimonios gráficos, la Burela de entonces; la Asociación Cultural “Buril”, al editar en un álbum de fotos pertenecientes a esa época que, muchos bureleses y burelesas evocamos, especialmente en estos días de fiesta; álbum que estimo, es un gran aporte documental, para la riqueza de la memoria histórica de Burela, considerando que por ello, debiera la citada entidad cultural, continuar con esa meritoria labor, publicando por lo menos, dos albunes más, con fotos-testimonio de la Burela que comenzaba su andadura en solitario, haciendo frente a las múltiples dificultades, y contando siempre, con ese capital que ha sido su ejemplar laboriosidad, indisolublemente unida a su ya mencionada solidaridad fraternal. Y la Asociación de Vecinos de las “Casas Baratas”, por haber sabido recoger igual testimonio fotográfico de Burela, y que dio a conocer en unas recientes exposiciones muy logradas y meritorias, en la Casa de la Cultura de Burela.
Recuerdo la zona del puerto, cuando vivía justo donde en la actualidad se ubica el moderno Centro de Salud, al igual que recuerdo el pequeño puerto de la época, y la playa donde los niños bureleses pasábamos horas cogiendo cangrejos, bañándonos y pegándonos carreras por la playa del puerto o por la pequeña y familiar playa, hoy ya desaparecida de Cástrelo. De aquellos infantiles años, tengo recuerdos muy nítidos de algunos sucesos singulares, como la entra a toda máquina del buque griego, “Alkis”, para encallar entre las rocas que existían en la playa del puerto. Fue algo que me impresionó, pues me encontraba junto a mi padre, en aquellos mismos instantes en el puerto presenciando aquel hecho. Recuerdo también aquel mítico velero de carga, llamado, “Cabaleiro”, el cual admiraba un tanto embelesado, y al que me dejaron subir abordo en más de una ocasión, al igual que al buque carguero, “Lola”. Y cuando sólo unos años después, siendo durante un corto tiempo monaguillo, en la vieja Iglesia de, “A Vila do Medio”, portando uno de los faroles, participé en la solemne procesión de la imagen de la Virgen del Carmen hasta el puerto, y al día siguiente, también portando el mismo farol, embarqué en el pesquero que en aquel año, le tocó a llevar la imagen de la Virgen, en la ya tradicional procesión marítima.
Años más tarde residí en la así llamada “Calle do Can”, hoy Rua Pascual Veiga, y allí fui aun mas consciente de esa solidaridad y hermandad típica de las gentes de Burela, pudiendo asegurar que, incluso durante mis años como emigrante, donde suele darse esa nota de la solidaridad y fraternidad, de forma especial; aun así, nunca fui testigo de valores solidarios tan arraigados y profundos, como el de aquella solidaridad fraternal que presencié en la Burela de mis años de niño y de adolescente, y unos años después, como joven; y que conste que, en mis años de emigrante, siendo secretario y vicepresidente, de uno de los más grandes centros gallegos de la emigración en Europa, como lo era el “Centro Gallego de Saint Gallen” en Suiza, en las décadas de los sesenta y los setenta, pude ser testigo de muchos actos de solidaridad entre paisanos, al igual que lo fui, cuando presté mis servicios en la entonces Agregaduría Laboral a la Embajada de España en Berna, y también en la Agregaduría Cultural Adjunta a la misma Embajada, por las mismas fechas; primero como Asistente Social y posteriormente, como Asesor Laboral, y encargado de la organización de los primeros Cursos de Formación Profesional, destinados a los inmigrantes españoles que trabajaban en la Confederación Helvética. Pues bien, durante esos casi trece años como emigrante, jamás vi nada que se pudiera igualar, a ese hecho caracteristico de la solidaridad fraternal burelesa; solidaridad que, aun continúa vigente, superando barreras raciales y culturales en estos tiempos, para ejemplo de todos, ya en pleno siglo XXI.
También residí, en la zona de Burela que venía a ocupar casi el centro del pueblo por entonces, que era la denominada “ As Guridas o Guridas do Campo”; zona del actual casco urbano que recuerdo muy bien, por ser en la misma, donde aprendí a apreciar y a respetar a toda clase de animales; perros, gatos, pájaros, etc. Recuerdo aquella vaca que tenían mis padres llamada “A Marela”, así como recuerdo, lo mucho que disfruté, paseando en la burrita que en ocasiones, tan gentilmente me prestaba, aquella mujer tan querida e inolvidable, que vendía el más rico pescado, llamada, María de Esperanza. De esta época y etapa, recuerdo el arribo y establecimiento en Burela de una nueva barbería; la que regentó Sergio López, también hace unos años fallecido, al igual que le recuerdo sus primeros pasos como fotógrafo, profesión a la que realmente amó, y en la que destacó notablemente, transcendiendo su nombre y profesionalidad de gran fotógrafo, a niveles jamás imaginados. Recuerdo a Sergio, cuando por aquellas fechas, instaló su primer y modesto laboratorio, en una especie de rocho, en la entonces conocida como, “Casa de la Señora Victorina de Picos”; laboratorio en el que en ocasiones le acompañé, pues me gustaba verle, cuando preparaba el revelado de las fotos, y yo mismo llegué a sentir tanta atracción por aquella labor que, incluso me matriculé en un modesto curso de fotografía artística a distancia que impartía una tal “Difusora Cultural Panamericana”, ubicada en la ciudad de Nueva York; ciudad que ni por asomo, podría entonces yo imaginar que llegaría a visitar, y menos aún, hubiera entonces podido sospechar, el que siendo ya un burelés de la denominada como, tercera edad; es decir, viejo, fuese precisamente, en ese país del chicle y de la Coca-cola, donde llegaría a ser consagrado Obispo, en una Iglesia de los EE.UU.; y mucho menos aun, en aquel año en el que siendo aun muy joven, le presté aquel curso de fotografía artística, al recordado Sergio, durante todo un verano; hecho que él siempre me agradeció. El modesto diploma de aquel curso, ya algo amarillento por el paso del tiempo, aun cuelga enmarcado en la esquina de una pared de mi despacho, y cuando alguna vez lo miro, indefectiblemente me acuerdo, de aquel joven Sergio recién llegado a Burela, con un montón de ilusiones, las cuales creo que gracias a su tesón llegó a cumplir, pues tan excelente persona, se lo mereció de verdad.
Entre otros muchos bureleses de pro que, al margen de cuestiones de típo político-ideológico, me han venido a la mente en estos instantes, han sido dos de los hermanos Barcia; Antonio y Andrés. Al primero de más edad, cuando más lo traté fue siendo ya un adulto, especialmente a partir del año 1978, tras mi regreso a España desde Suiza. Con Antonio compartí determinados afanes y quehaceres sobre nuestra muy querida Burela, y siendo yo concejal y miembro de la Comisión de Compras en el Concello de Cervo, en el transcurso de la Primera Legislatura a las Municipales, le ayudé a medir los terrenos donde está ubicado el Hospital da Costa; y posteriormente, al ocuparme de la presidencia de la Asociación de Vecinos “O´Vencello”, colaboró conmigo en algunas cuestiones, y recuerdo que acudí, invitado por Antonio, cuando él era Presidente de la Sociedad Deportiva Burela, a presenciar un partido de futbol en el Campo de A´Marosa por vez primera, en tribuna junto a él, precisamente durante la celebración de las Fiestas Patronales de aquel año; con una invitación de tribuna que Antonio gentilmente me entregó. Por todo ello, y por varias cosas más de tipo personal, recuerdo a Antonio Barcia, por eso fue motivo de satisfacción para mí, haber tenido el privilegio de estampar mi firma, en el primer Diploma de Socio de Honor que entregó la AA.VV. “O´Vencello”, siendo yo presidente de la misma a éste burelés cien por cien que fue Antonio Barcia, enamorado eterno de su pueblo y siempre entregado a su pasión que era la Sociedad Deportiva de Burela.
Andrés, el hermano más joven de los Barcia, compartió conmigo durante mi etapa como presidente al frente de la AA.VV. “O´Vencello”, trabajos, anhelos y afanes, junto con multitud de quebraderos de cabeza, siendo siempre como mi mano derecha para todo, en la Junta Directiva del ente vecinal por entonces. Andrés Barcia, me ayudó cuando se hicieron las largas y tediosas gestiones, para lograr que la empresa de Barras Eléctricas, retirara el tendido aéreo de alta tensión que discurría por casi todo el centro de Burela, afectado especialmente a muchas edificaciones sitas en la actual Rua de Rosalía de Castro, ya que las mismas no podían dar las alturas debidas y permitidas, porque al pasar sobre los edificios el tendido de alta, este se lo impedía; pero por fin logramos de que el tendido de alta fuera debidamente instalado y canalizado de forma subterránea, y así los edificios que estaban afectados por el mismo, pudieron por fin terminar su construcción debidamente con las alturas apropiadas. También estando Andrés en la directiva de “O´Vencello”, se le hizo entrega al equipo de gobierno municipal del Concello de Cervo, del que aun dependía Burela, de una importante suma de dinero que la AA.VV. “O´Vencello” había recaudado tiempo atrás, y la tenía depositada en una cuenta bancaria, para que le sirviera al Concello de importante ayuda, para que ya de una vez por todas, emprendiese las obras para construir el primer parque o jardín con el que contó Burela, y que es el que está ubicado, en la Rua de Rosalía de Castro, justo detrás de la Casa del Mar. A la inauguración del parque referido, asistió el señor Portomelle como representante de la aun recién incipiente, Xunta de Galicia, y se celebró una misa solemne al aire libre en el propio parque.
Más eventos y andaduras protagonizó “O´Vencello” en aquella corta, pero muy intensa etapa, durante la cual, el ente vecinal burelés, no cejó en su empeño en reclamar la construcción del actual Cementerio Municipal, así como solicitar, por activa y por pasiva empleando unos argumentos difícilmente rebatibles, la ubicación y construcción de la actual Casa Cuartel de la Benemérita Guardia Civil en Burela, etc. eventos que culminaron con aquel largo y documentado escrito que, la AA.VV. “O´Vencello” presentara al Pleno del Concello de Cervo, instando a su Corporación, y en base a demandas razonadas, a que procediera a solicitar y dar inicio a los trámites, para el cambio de denominación y capitalidad del Concello, así como la ubicación de un Juzgado de Paz en Burela.
De todo aquello, dieron cumplida y amplia fe, los medios de prensa siguientes: “La Voz de Galicia”; “El Progreso”, así como “El Ideal Gallego”, diario que en aquellas fechas, tenía una especie de delegación en Burela. Por todo ello, no estaría nada mal y convendría, el que según parece, unos cuantos olvidadizos de turno en estos lares, “de cuyos nombres no quiero acordarme”, se dieran unos garbeos por las hemerotecas; bien para refrescar así sus desmemoriadas memorias, o bien de esa manera poder enterarse debidamente, de lo que en su día, parece ser no se enteraron, muy a pesar de residir en Burela. ¡Lamentable, pero cierto! Recordándoles además, el que ya por aquellas fechas, ya existía la democracia en España, pese a lo cual, tales desmemoriados, no participaron en nada notorio o sobresaliente, con relación a las tareas en pro del merecido progreso de Burela, habiendo según parece, salir a la luz y participar, una vez que todo fue encauzado y las bases establecidas; hecho este característico y muy peculiar, de aquellos colaboradores a cualquier nivel que, realizan la denominada “política del cu-cú” que, como todos bien saben, es la típica de ese pájaro que pone sus huevos, en el nido que han construido otras aves, y debido a ese hecho censurable existente, es por lo que he estimado escribir el presente Pregón alternativo, pues como bien reza el viejo refrán: “Es de bien nacidos, el ser agradecidos”, y ciertamente, los bureleses y burelesas que nos preciamos de serlo, por ser bien nacidos, también somos agradecidos, y es por ello que he estimado prudente, necesario y oportuno, hoy, aquí y ahora, en fechas tan significativas y solemnes, como lo son el de estas Fiestas Patronales de 2013, el traer a la memoria, los nombres de unos cuantos bureleses a modo de botones de muestra que, de una forma ejemplar y casi anónima, cumplieron sus deberes ciudadanos derrochando amor y pasión por su pueblo de Burela; labor que quizás a simple vista, pasara desapercibida para algunos, mientras que otros trataron por todos los medios de que así fuera; pero tal cosa jamás se podrá lograr, pues los resultados de su labor, están ahí bien presentes y eso puede constatarse. Estos, han sido sólo, como he dicho, unos botones de muestra, porque indudablemente existen muchos más, y gracias a todos ellos, es por lo que ya en pleno siglo XXI, perdura, y si cabe con una renovada frescura, aquella ancestral y proverbial solidaridad fraternal burelesa, a pesar de todos los pesares.
Son pues muchos los nombres, cuyas biografías constituyen la genuina historia, que han protagonizado los bureleses y burelesas, de las distintas épocas, tanto nativos como de adopción, que merecen ser recordados; ímproba labor que dejo para otros futuros pregones alternativos, de años venideros, los cuales confío y espero, ya no sean años de crisis y recortes, con el deseo sincero de que tanto quien esto escribe, como quienes lo leen, puedan ver cumplidos tales deseos.
Podría enumerar multitud de ejemplos de esa solidaridad fraterna burelesa, pero de hacerlo así, además de tener que escribir cientos de folios, aun sería posible, correr el riesgo de olvidar muchos ejemplos de tal solidaridad; de ahí que, es mejor el señalar este don singular de los vecinos de Burela , generalizando, y dejando los hechos concretos para las páginas de la historia de Burela; esa historia tan rica y fecunda que un buen día, y en buena hora, tomó la firme resolución de escribir el que fuera nuestro primer Cronista Oficial, el ya mencionado y recordado, Don Ricardo Pena Domínguez y que plasmó de forma magistral en su libro, “Burela. Apuntes Históricos y crónica del siglo XX”, labor meritoria que hoy tenemos la suerte y privilegio, continúe quien es nuestro actual Cronista Oficial, Don Benjamin González Quelle, quien con incansable fervor y dedicación, continua dando a conocer la historia burelesa, junto con algunas de sus más destacadas vivencias personales, las cuales corren pareja a la misma, impregnando así el relato de los hechos, con una peculiar singularidad propia que, rebosa un calor humano ejemplar, todo lo cual Don Benjamin viene vertiendo en su ya larga y a la vez extensa y fecunda hagiografía.
Este pueblo en la que sus gentes de laboriosidad ejemplar, han sido los únicos artífices a la hora de la verdad, y entre múltiples vicisitudes, de hacer que Burela, sea de verdad una tierra llena de promesas de futuro, y un pueblo de perenne amanecer; por eso tal vez, en aquel año de 1942, “cuando todos habíamos perdido”, tras una guerra civil fratricida entre hermanos, en este pueblo de Galicia que es Burela, la solidaridad fraternal estableció su cuna, señalando un camino a seguir de una vigencia indiscutible; una senda fecunda que es incuestionable a la hora de poder comprender el presente de Burela. Y ese factor característico y decisivo, no ha sido otro, sino el de esa solidaridad fraternal a la que vengo refiriéndome, y que desde siempre en Burela, se convirtió en historia creadora. Por ser así, he estimado oportuno, el que llegadas estas fechas señaladas, de nuestras fiestas patronales, es casi como un deber sagrado de burelés, el poder evocarlo, hoy, aquí y ahora.
¡Felices Fiestas Patronales de 2013!, a todos los bureles de origen o de adopción y a todos cuantos visiten a Burela en estos días señalados de fiesta.
Obispo. Eduardo A. Domínguez Vilar