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Ha muerto “Gabo”

Sí; Gabriel García Márquez, el colombiano universal gran maestro del realismo mágico, y premio Nobel de Literatura, ha muerto a los 87 años en la ciudad de México DF, y con su muerte toda la cultura, tanto la meramente académica como la popular, sufre una especie de sentimiento de orfandad. Los datos biográficos han sido ampliamente difundidos y por ello, son sobradamente conocidos por todos, de ahí que en el presente artículo dedicado a Gabriel García Márquez omitiré los mismos, para destacar otras facetas de su vida.

Varios amigos míos colombianos, con los que suelo compartir en la hermosa ciudad de Barranquilla -en la zona costera colombiana todas sus ciudades son hermosas-, suelo frecuentar el “Club La Cueva”, donde estos amigos tertulianos me contaron muchas cosas sobre “Gabo”; no en vano, el “Club La Cueva”, fue el refugio de García Márquez, Botero y de otros geniales escritores y artistas que en Barranquilla, su ciudad-nido, dieron comienzo como bohemios a su andadura hacia su universalismo. Allí en “La Cueva”, además de compartir una cerveza con los amigos contertulios, uno puede igualmente asistir a la proyección de un filme documental, o presenciar un espectáculo con monólogos, etc.; en fin, en “La Cueva”, uno puede respirar aires puros de cultura, arte y libertad, y en los tiempos que corren eso es de agradecer.

Aun cuando “Gabo”, vivía en la ciudad de México DF, también poseía una linda casa en la ciudad de Cartagena de Indias, en la cual solía venir a pasar determinadas temporadas. Recuerdo que en el año 2005, yo coincidí en Cartagena de Indias, con la estancia del ya inmortal “Gabo”, y como otros curiosos, algunos de ellos turistas, me acerqué hasta la entrada de su casa, ubicada en pleno casco histórico monumental de Cartagena de Indias, y me mezclé entre quienes querían acercarse a “Gabo” para que éste les firmara un autógrafo en uno de sus libros, y para mi satisfacción y contento, yo también logré el autógrafo del genial, universal y cien por cien humano que siempre fue García Márquez. El libro era un ejemplar, no de su archiconocida obra, “Cien años de soledad”, sino de; “Memorias de mis putas tristes”, y cuyo ejemplar aun conservo en mi casa de El Rodadero, sita en la antigua y linda “Perla del Caribe”, como así se conoce a la vieja ciudad de Santa Marta, en pleno corazón del Caribe colombiano, fundado por el español Rodríguez de la Bastida, en la que la gente es cordial, tranquila, servicial y alegre, y que hasta en vida les rinde tributo merecido a sus más notables hijos, como así lo demuestra el gran monumento que le erigieron al conocido jugador de fútbol
Valderrama, o el fervor y el calor de sincero aprecio que muestran a otro de los admirados samarios –
así se denomina a los habitantes de Santa Marta-, como lo es el compositor y cantante Carlos Vives
que allí reside, y de quienes me precio de ser paisano, por ser y considerarme samario de adopción, ya
que desde la primera vez que visité Santa Marta a primeros del 2005, y en una mañana del mes de marzo, allá en la conocida como la Quinta de San Pedro Alejandrino, donde falleció Simón Bolívar,
“El Libertador”, yo tomé la firme decisión, de querer ser y sentirme genuinamente samario, y optar por
tener mi residencia y segunda patria, en la “Perla del Caribe” que es la antigua ciudad “dos veces
santa” –como dicen los samarios- que es Santa Marta, en el Departamento del Magdalena.

Pero yo escribo el presente articulo, para hablar sobre García Márquez, y no sobre mi humilde persona; aun siendo así, no he podido evadirme que al escribir sobre “Gabo”, mencionar ese eje que forman las ciudades de Cartagena de Indias, Barranquilla y Santa Marta, pues dichas ciudades de ese eje “costeño” –así llaman, “costeños”, a los habitantes de las citadas ciudades costeras el resto de colombianos-, ya que sin duda van unidas las mismas al gran escritor colombiano.

Según el biógrafo de Gabriel García Márquez, Gerald Martín; Aracataca, su lugar de origen, fue la
inspiración para su literario Macondo; pero con anterioridad a ello, tuvo una prolífica actividad
periodística en la prensa colombiana y en la revista Crónica, donde fundó el “Grupo de Barranquilla”, tan íntimamente unido y relacionado con el ya citado “Club La Cueva”, y que marcó a mediados del siglo XX la cultura de todo el país. En 1967 llegó la gran obra: “Cien años de soledad”. “Me asusté” –contó “Gabo” a la Cadena SER-, cuando el editor me dijo que iban a imprimir y lanzar 8.000 ejemplares; lo consideré un disparate y le escribí una carta diciendo: tenga cuidado, que de mí mejor libro he vendido sólo 70 ejemplares. Pues bien; se vendieron en una semana.”

Es obligatorio citar aquí los títulos de sus obras más conocidas y alabadas por sus críticos, así como
por el gran público: “El general en su laberinto”, “El amor en tiempos del cólera”, “El coronel no tiene quien le escriba”, la que ya cite de, “Memoria de mis putas tristes”, y tantas otras, como “Notas de prensa”, “Noticia de un secuestro”, o sus propias memorias. Y la que siempre será de obligado cumplimiento mencionar, por su compromiso político y social con toda América Latina, ya que García Márquez consideraba que la solidaridad acabaría con esos, “Cien años de soledad” de los colectivos más vulnerables de esa América Latina sumida en la injusticia social.

La soledad profunda del escritor que tanto marcó a “Gabo”, nos permite hoy, aquí y ahora a nosotros,
el poder estar acompañados por sus libros, los cuales le trascenderán ya para siempre.

Y a mi, en mi condición de creyente, siempre me asaltó una duda sobre “Gabo”; ¿Creía García
Márquez en Dios?…¿Era ateo o creyente?…Y por una de esas casualidades que la vida alguna que otra
vez nos depara, trajeron una parte de respuesta a mis interrogantes, pues allá por el año de 1985, un
amigo mío que es periodista cristiano, tuvo la suerte de formar parte de un grupo de 350 personas que
llegadas de diferentes partes del mundo, asistieron en Managua a la toma de posesión del presidente
Daniel Ortega, y García Márquez como integrante de dicho grupo, y en el transcurso de una recepción,
mi amigo periodista, relató: “…pude hablar con García Márquez. Naturalmente, toqué el tema de
“Cien años de soledad”. Le pregunté qué significaba ese “Macondo, Dios existe”, en el tercer
capitulo de la novela y me contestó literalmente: “Puede que ahí esté la clave del libro”.

La gran cantidad de referencias bíblicas y espirituales de la principal obra de “Gabo”, son altamente
llamativas en “Cien años de soledad”, y por ello, la ausencia de Dios en quien la ha escrito,
personalmente me parece que sería algo imposible.
Gabriel García Márquez, “Gabo”. Descansa en Paz.

Rev. Dr. + Eduardo A. Domínguez Vilar
Obispo Diócesis Iberoamericana de la “A.O.C.”

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