Y es precisamente en ese marco, cuando año tras año y aprovechando fechas determinadas y eventos, propios de la cultura occidental y concretamente del cristianismo, como pudieran serlo la celebración de la denominada “Semana Santa”, parecen ser el escenario apropiado para que, toda clase de picaresca con fines meramente comerciales, pretenda con éxitos notorios, obtener la atención y el beneficio de todos los anteriores tipos citados, llegadas las fechas de la Semana Santa, con la utilización propagandística de unos ropajes de apariencia intelectual especializada, cuando no lo es tal, el contenido de los productos que tratan de colocarnos, bien sean estos, pretendidos libros históricos, novelas o filmes documentales, etc., cuando realmente eso en lo que pretenden basar sus obras, no es precisamente en hechos científicos, sino precisamente en todo lo contrario; en mera pseudociencia; pero no de verdadera ciencia, ni de historia real veraz probada; porque en lugar de ello, los argumentos que suelen emplear, son del más puro estilo de pícaro charlatán de feria embaucador de tres al cuarto, que intenta vendernos la solución definitiva y “científica” contra la alopecia. Y esa engañosa mercancía, es la que por fechas señaladas como las de Semana Santa, nos vienen colocando, en un buen número de filmes y documentales año tras año. Estos trucos cuya finalidad, no es la de difundir hechos históricos, científicamente constatados y corroborados por las ciencias verdaderas, tales como la Arqueología y otras; sino que los objetivos son simple y llanamente, como suele decirse, “el hacer su agosto”, para beneficio de las cuentas bancarias de los promotores, de ese tipo de obras “científicas”. Así de claro hay que decirlo ya de una vez por todas.
Dentro del apartado de tales obras pseudo científicas, con las que sus autores se forran, cabe destacar una que aun en el pasado reciente, su autor Dan Brown, hizo su agosto económico, con su obra de, “El código Da Vinci”; y como no, también en ese pseudocientifismo, más o menos que diríamos de tipo congénito, podemos apreciar y constatar lo mismo, con el filme documental de de Cameron y presentado por Discovery-Channel; “La tumba perdida de Jesús.”
Hoy, cualquier atrevido que con visos de cientifismo que escriba una sarta de disparates, sean del tipo que sean, aun contra los hechos históricos mejor documentados y contrastados, verificados y probados hasta la saciedad por la verdadera ciencia, referentes a hechos y personajes sobresalientes de la Historia; el autor o autores que eso haga, tienen asegurado un verdadero filón de oro, para su “obra”, especialmente si esa obra, contiene los mayores dislates; pero eso sí, adornando su disparate convertido en obra literaria, filme o documental, con el añadido de una cierta aureola que le de morbillo al asunto. Por estas latitudes de nuestra piel de toro, abundan buenos ejemplos de lo que manifiesto, y no hace tanto tiempo, ejemplo de ello, lo fueron aquella saga de los “Caballos de Troya” del periodista navarro J.J. Benítez, y antes que él, lo fueron igualmente, las elucubraciones del autor de aquella impresentable obra de Andreas Faber-Kaiser, “Cristo vivió y murió en Cachemira”, publicada allá por el año de 1976, donde su autor nos “informaba” ya entonces, de la vida que Jesús de Nazaret llevó en Cachemira, describiéndonos hasta su descendencia allí y como no, facilitándonos hasta la ubicación de la tumba del galileo en la citada Cachemira, aportando para ello unas supuestas pruebas científicas, con las mismas garantías que James Cameron y Discovery-Channel nos aportaron en fechas más recientes, para la fantasiosa e indocumentada, a pesar de las apariencias, de la “Tumba perdida de Jesús” y de su pretendida familia. Ciertamente todo esto, es la farsa más ridícula y osada que, la picaresca actual puede aportar para el ávido consumismo de la ignorancia popular; y como no, también para esa pléyade de seudo políticos-intelectuales que, han puesto sus anticlericalismos en España muy de moda. ¡Lamentable, pero cierto!
Dicho lo dicho, veamos la “santísima geta” que utiliza el señor Cameron en su documental “científico” de referencia:
Nos dice el señor Cameron: “Lo que esta película –refiriéndose a su documental – y la investigación de la película muestran, por primera vez, es la evidencia tangible, física, arqueológica y en algunos casos forense…etc.” ¿Pero es esto verdad? En absoluto; ni evidencia tangible, ni física, ni arqueológica, ni forense, esto es sólo una auténtica falacia propia de charlatanes “made in USA.”, nada más; una especie de “timo de la estampita” para incautos y una mentira de cabo a rabo; es decir, una verdadera tomadura de pelo del señor Cameron y de sus aláteres, pues toda la argumentación tiene como base, una sarta de patrañas que James Cameron y su comparsa de “especialistas”, tratan de colarnos con la mayor impunidad; de ahí que, aun cuando sólo sea por mera asepsia mental, debemos de denunciar el fraude, en aras de la verdad histórica, y de la imparcialidad informativa a la que tenemos derecho, porque el señor Cameron con su picaresca, presumo que en pro de su bolsillo, ha pretendido -o cuanto menos presumo que lo ha intentado-, el insultar nuestra propia inteligencia, eligiendo siempre para ello, unas fechas próximas a las de Semana Santa, o bien durante la celebración de esta, para así tener una mayor cobertura y audiencia para su monumental engaño y olímpico fraude histórico.
El tema que Cameron nos presenta como una fabulosa novedad de investigación científica, no lo es, porque el asunto viene de hace más de unos treinta años y pico atrás, ya que la cueva donde se encontraron los osarios en que supuestamente están los cuerpos de Jesús, de su madre María y de su supuesta esposa, María Magdalena, y la del también supuesto hijo de Jesús, se encontró ya hace unos 31 años; así que de novedad, como suele decirse, “na de na”.
Con oportunidad de aquel descubrimiento, se hizo entonces una película, que llevó por título, “El cuerpo”, en clara referencia a esos supuestos restos mortales de Jesús de Nazaret, pero debido a la picaresca fraudulenta ya probada en aquella época, la cosa no prosperó y pese a ello, James Cameron, pretende ahora presentarnos más o menos lo mismo como novedad, creyendo que sufrimos amnesia, por ello nos lanzó su documental “científico”, el cual por estas fechas, suelen figurar en las programaciones de determinadas cadenas de televisión, con el intento de que podamos tragarnos los bulos del citado filme-documental de Discovery Channel, por medio del cual sus autores, intentan a toda consta, referir a Jesús las inscripciones encontradas en la tumba de una familia judía de la época, utilizando no pruebas científica o históricas, sino meras argucias y conjeturas de lo más inverosímil. Pero su pretensión no sólo ha traspasado el limite de lo irracional, sino que además, viene a resultar todo de lo más anticientífico y grotesco, mírese por donde se mire, y también ridícula en toda su trama completamente antihistórica. Veámoslo sino.
Para comenzar la refutación, quiero decir que el osario en el que se basó James Cameron para su película, pertenece a una caverna que en el año 2005 protagonizó el mayor fraude habido en lo que a restos arqueológicos se refiere, y debido a ello, cinco personas fueron condenadas por falsificadores. Para mayor redundancia y escándalo, la prestigiosa BBC, picó en ese anzuelo de los falsificadores y en el año 1996 emitió un documental sobre el tema, el cual fue duramente criticado y desmotando en todas y cada una de sus argumentaciones, por parte de los arqueólogos más prestigiosos y reconocidos del mundo, siendo retirado ese documental de las circulación tras esto, por la conocida cadena británica.
Los osarios encontrados en cuestión, tenían las siguientes inscripciones todas ellas en nomenclatura hebrea antigua: Yeshu Ben Yossef (Jesús hijo de José), Yehuda Bar Yeshu (Judas hijo de Jesús) y Marta y Myriam (María). La presencia de tales nombres en si, no da lugar para afirmar sin más que hagan referencia o correspondan precisamente a Jesús de Nazaret y a su también supuesta familia, porque en aquella época, los citados nombres eran tan populares, numerosos y comunes como hoy lo son por ejemplo los de Manuel, Pedro, Ramón, Teresa, José o Luís. El conocido arqueólogo Kloner, una autoridad internacional en la materia, afirma sobre este hecho de los nombres: “La presencia de tales nombres tan populares, es mera coincidencia”. El mismo arqueólogo afirma con rotundidad: “La pretensión de haber hallado la tumba –en referencia a la supuesta tumba de Jesús de Nazaret que presenta Cameron en su película- no se basa en pruebas y sólo es un intento de vender”. Kloner sabe muy bien lo que dice, no en vano para ello, él mismo tiene documentados hasta cuatro diferentes osarios con la inscripción en cada uno de ellos de, “Jesús hijo de José”. ¿Cómo pues Cameron pretende hacernos pasar por el aro diciéndonos que el osario que nos presenta en su documental, pertenece realmente al Jesús de Nazaret del que hablan los Evangelios?
Un erudito bíblico en la Universidad de Tierra Santa en Jerusalén, el profesor Stephen Pfan, manifestó que incluso el osario donde supuestamente Cameron afirma haber encontrado los restos mortales de Jesús; las inscripciones del mismo, no fueron leídas correctamente, ya que dichas inscripciones están en un tipo de escritura semita muy antigua, y que lo más probable es que el nombre que aparece en el citado osario sea el nombre de “Hanun” y no el de Jesús. Con esto ya, deberíamos decir; “apaga y vamonos”.
Cameron y sus cómplices en su programada, que presumo malévola y preñada de vergonzosa picaresca, para hacer que su fraude sea creíble, han cometido la torpeza que delata muy a las claras sus intenciones, ya que sin él haberse dado cuenta, deja al descubierto su crasa y supina ignorancia bíblico-arqueológica; ignorancia afín a la de sus colaboradores en el filme de Discovery Channel, y esto queda fehacientemente demostrado, en el hecho de que el propio Cameron en el transcurso de la presentación de su “científico” documental, exhibió también un décimo osario, según él, donde reposarían los restos mortales de Juan el Bautista. Pues bien, ese décimo osario, ya fue catalogado hace tiempo en su día, como una falsificación, por autoridades científicas en la materia. ¿Quieren una prueba mayor de desvergüenza y de atrevimiento? Imposible.
Hay que tener en cuenta también, que la costumbre judía del siglo I AD, de que los huesos de los difuntos fueran trasladados desde sus cuevas de enterramiento a esas cajas de piedra caliza llamadas osarios – como los que nos presenta Cameron- un año después del fallecimiento, fue una costumbre que cesó tras de la destrucción del Templo judío en el año 70 A.D. Frank Moore Croos, un profesor emérito en el departamento de lenguas y civilizaciones de la prestigiosa Universidad de Harvard, indicó: “La inscripciones son del periodo Herodiano (que existió alrededor del 1 B.C. a 1 A.D.). El uso de osarios de piedra caliza y los estilos de escritura variados son característicos de ese tiempo.” Pero como Jesús de Nazaret no murió sino hasta el año 30 A.D., la fecha resulta todo un problema para quienes como Cameron, afirman que el osario de referencia contiene los huesos de Jesús de Nazaret. Ante estos hechos, ¿qué credibilidad puede ya merecernos este cineasta y su filme documental de referencia? Ninguna credibilidad en absoluto; es más, su filme es un insulto a la inteligencia mírese por donde se mire, tal y como ya he manifestado. Lo que ha sucedido con las pruebas de ADN, es si cabe aun tan ridículo y fraudulento como las “pruebas” anteriores. Según la Web de la película-documental de James Cameron, dicha prueba de ADN fue intentada en sólo dos pruebas, aquellas referentes a “Jesús” y aquellas de “Mariamene”; es decir “su María Magdalena” ¿Y qué pasó con esas pruebas qué utiliza el señor Cameron para sus “pruebas evidentes y científicas”?
Pues pasó ni más ni menos que esto; el ADN que se utilizó, estaba tan degradado que ninguna ordenación de secuencia podría ser determinada del ADN nuclear (los cromosomas principales). Sólo el ADN mitocondrial (ADNmt) estaba disponible para ponerlo en secuencia. Pero puesto que el ADNmt es más pequeño que el ADN nuclear, el ADNmt de la persona común difiere de otra por sólo 8 pares base y en comunidades estrechamente relacionadas, las diferencias serían aun muchas menos, lo que viene a decirnos hablando en plata, que esas pruebas de ADN tan cacareadas por Cameron, y por sus amigos de aventura, en el documental de Discovery Chanel, sobre esa supuesta “Tumba perdida de Jesús”, no han probado nada sobre el particular, y se convierte igualmente, en un componente más del montaje fraudulento de ese filme documental.
También el ya mencionado científico, Amos Kloner, de quien conviene dar a conocer que es el Arqueólogo Oficial del Distrito de Jerusalén, y que pertenece a la Universidad de Bar-Ilan, fue quien supervisó las excavaciones a las que Cameron hace referencia en su filme, ya en el año 1980, y es autor de numerosas obras científicas referente a los descubrimientos de referencia; y es precisamente éste científico, quien afirmó sobre las pretensiones del cineasta americano, textualmente lo siguiente: “son sólo una farsa publicitaria”. Kloner fue quien reveló al mundo todo lo relacionado con los osarios encontrados en las excavaciones de referencia, y es quien además de afirmar lo anterior, añade sobre el documental de Discovery Chanel de Cameron el calificativo de; “una estrategia de mercadeo”. Ante esto, queda dicho todo ya que esa y no otra, es la estrategia mediática; y lo fue así con el “científico e histórico” “Código Da Vinci”, de Dan Brown, lo fue también con aquel libro gnóstico atribuido a Judas, y ahora sucede tres cuartos de los mimo con el documental que nos ocupa de Discovery Chanel, para difundir la patraña de Cameron y su presunta tumba perdida de Jesús de Nazaret, pues como afirman los más eminentes arqueólogos, así como los teólogos más avezados en el campo de la investigación, no existen posibilidades de ningún tipo, de que Jesús de Nazaret, ni sus allegados más directos, tuvieran una tumba familiar en la ciudad de Jerusalén, dada la clase social de muy humilde procedencia de éste Jesús de Nazaret; y la Tumba del Talpiot -que es la que utiliza Cameron en su filme perteneció a una familia de clase alta muy pudiente, del primer siglo de nuestra era.
Sobre este particular hay que tener en cuenta además, el que tanto el mismo Jesús de Nazaret, como su familia, eran oriundos de Galilea, sin nexos de conexión ni familiar, ni de cualquier otro tipo con Jerusalén.
En toda Palestina, existen muchas tumbas similares a la que Cameron emplea como base para sus teorías a lo largo de su filme documental, y en varias de ellas, podrían darse las mismas o similares circunstancias, como ya he comentado que, en la que el cineasta utiliza, y ello no significa que todas esas tumbas pertenezcan a Jesús de Nazaret, ni a su supuesta esposa María Magdalena, ni a su madre María, ni a su supuesto hijo, porque sería un imposible y un absurdo.
Ante tanto disparate, y una muy notable y deficiente carencia de conocimientos, unido a un alarde de ignorancia olímpica, con relación a los hechos históricos objetivos, constatados por la ciencia real y seria, debe saberse de que, especialmente los judíos de Galilea, adoptaron la forma de enterramiento que se daba en Canaán, e hicieron suyas las practicas de enterramiento del pueblo cananeo, tras su estancia en esa tierra, y tal forma de enterramiento, consistía en un hueco practicado en la roca, en el que se depositaba el cadáver y luego se tapaba la oquedad con una piedra; y curiosamente, eso fue lo que sucedió y se hizo con el cuerpo de Jesús de Jesús de Nazaret.
Así fue realmente la tumba de Jesús, una tumba o sepulcro tallado en una roca; un sepulcro nuevo sin estrenar, y además dicha tumba, no pertenecía ni a la familia de Jesús, ni a la familia de María Magdalena, quien dicho sea de paso, tal mujer no ejerció nunca como prostituta, sino que era la hija de un noble judío, propietario del castillo de Magdala; una mujer joven y rica, que para nada tenía motivos para vender su cuerpo serrano; sólo la ignorancia machista y una política concreta, han sido el origen del bulo sobre Myriam de Magdala, la noble judía curada de sus dolencias por Jesús.
Estos fueron los sucesos verídicos irrefutables acaecidos. Y como aquel jueves en que se desencadenaron los eventos que, posteriormente llevaron a la crucifixión, muerte y sepultura de Jesús de Nazaret, en un día 14 del mes judío de Nisán, en el que tenía lugar la preparación de la Pascua, y que al ser un día de reposo y de gran solemnidad para los judíos, estaba por comenzar (el viernes, 15 de Nisán que era cuando los judíos comerían la pascua; es decir, el cordero pascual), es por lo que pidieron a Pilato que, le quebraran las piernas a Jesús que ya había sido crucificado, así como a los otros dos ajusticiados, que habían sido crucificados junto a él, con el fin de apurar su muerte, ya que les resultaba impío a los judíos de la época que, llegado el día de reposo solemne, los ajusticiados por crucifixión, estuvieran aún con vida en las cruces. Y así lo ordeno Pilato hacer, y les quebraron las piernas a los dos ajusticiados que estaban al lado de Jesús, pero cuando llegaron a él, como vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas; pero aun así, para verificar que ciertamente había fallecido, un soldado le abrió el costado con su lanza, y al instante salio de ese costado de Jesús “sangre y agua”, según el fidedigno relato que tenemos de ese hecho. Hoy la ciencia nos aclara, que cuando se llega a la muerte por un quebrantamiento del corazón, si se abre con un cuchillo el costado del fallecido, se produce ese fenómeno de la emanación de un fluido similar, al que el evangelista Juan nos describe en su relato del evento como “sangre y agua”; es decir, a Jesús en la cruz se le rompió literalmente el corazón. José de Arimatea, un hombre rico de la época que en secreto había sido discípulo y admirador de Jesús, se presentó ante el propio Pilato para pedirle que le entregara el cuerpo sin vida de éste, para poder darle sepultura, a lo cual Pilato accedió, y fue así como José de Arimatea junto con otro hombre llamado Nicodemo, tomaron el cuerpo ya cadáver de Jesús, lo envolvieron en lienzos impregnados con especies aromáticas, según la costumbre judía de la época, y lo pusieron en un sepulcro nuevo, propiedad de José de Arimatea, que se encontraba ubicado en un huerto cercano al lugar donde Jesús había sido crucificado. Luego, y a petición de los dirigentes judíos, Pilato envió un cuerpo de guardia formado por soldados romanos, para custodiar el sepulcro donde habían depositado a Jesús, habiendo sellado y precintado previamente la piedra que cerraba la tumba. Y esa fue la tumba verdadera de Jesús de Nazaret, y no la tumba de Talpiot descubierta hace ya unos 31 años en Jerusalén, la cual el oscarizado cineasta de “Titanic” y “Avatar”, pretende ahora vendernos y hacernos creer, de que dicha tumba de Talpiot, fuese la auténtica tumba de Jesús de Nazaret, de su familia y su supuesta esposa e hijo; y todo ello presumiblemente, para beneficio de su cuenta bancaria, aprovechando el tirón que las fechas de cada Semana Santa le brindan en bandeja, para una exitosa presentación de su ramplona tomadura de pelo “científica”. Así deberían de saberlo los lectores, a los cuales les recomiendo, de que no se gasten ni un céntimo para leer o para ver patrañas de ese estilo, y en lugar de ello, aprovechen para documentarse con un buen libro de arqueología, o de divulgación científica sobre estas materias, si tienen interés por el tema, adelantándoles que son del todo plenamente fiables, los datos que sobre el particular vienen relatados en los Evangelios, por más que el cineasta de Yanquilandia de referencia, intente estérilmente cuestionarlos.
Con esto de la supuesta tumba de Jesús, ocurrirá lo mismo más o menos, que lo que sucedió en su momento con los denominados manuscritos del Mar Muerto, cuando los “científicos” al estilo James Cameron y similares del momento, nos decían que aquellos manuscritos, una vez estudiados y traducidos, servirían para poder “demostrar” todas las “mentiras” y “mitos” de la religión cristiana, especialmente en lo concerniente a la persona y a la obra de Jesús de Nazaret. ¿Pero qué fue lo que en realidad ha sucedido? Pues que pasado un tiempo, esos manuscritos del Mar Muerto, lo único que han hecho, es corroborar y ratificar la historicidad del texto bíblico que, el cristianismo a lo largo de los siglos ha venido utilizando. Eso es lo que ha pasado y no lo contrario.
El que dijo aquello de, “Las zorras tienen sus guaridas, y las aves del cielo nidos, mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. Sí, cierto, aquel Jesús de Nazaret, nacido en la pobreza y humildad de un pesebre, jamás tuvo por tumba, algo similar a la tumba de Talpiot, ni sus restos mortales pudieron haber sido depositado en una urna decorada con inscripciones, como pretende el cineasta James Cameron, sino que su cuerpo fue depositado tras su muerte, en un sepulcro prestado, y que por cierto, esa tumba hoy en día está vacía.
Si a los argumentos “científicos” que Cameron nos expone en su filme, le aplicáramos aquello tan bíblico de, “por sus frutos los conoceréis”, nos encontraríamos con las manos vacías. Con razón un amigo mío, al encontrármelo en un vuelo de regreso a Madrid, procedente de Nueva York, me manifestó lo siguiente: “Regreso de la civilización a la cultura.” Ahora comprendo su entusiasta afirmación.
Para una mayor desfachatez, y a la vez para corroborar el fraude del documental de Discovery-Channel, baste decir que, el propio José de Arimatea, propietario de la tumba donde Jesús fue sepultando, aun siendo un hombre rico de su época, con todo, no poseía una lujosa tumba como la que Cameron utilizó en su documental, que es una de las diez tumbas más ostentosas descubiertas, en una zona exclusivamente para ricos como lo es el barrio de Talpiot.
Todas estas parafernalias de leyendas, tienen su origen en el libro,“Sangre sagrada”, es la fuente donde ha bebido Dan Brown para su “Código Da Vinci” (quien conviene recordar fue demandado por plagio), y James Cameron a su vez, bebe de la misma fuente a través de Dan Brown.
La aparición reiterada de determinadas “tumbas”, todas ellas imputadas a personajes bíblicos concretos, forman parte de un plan, dirigido precisamente a dejar sin contenido las Sagradas Escriturases cristianas. Recordemos; han “aparecido” ya la “tumba” de Santiago, luego vino el llamado “Evangelio de Judas”, y ahora “La tumba de Jesús” y de “su esposa María Magdalena”. Y todo ello para nada, puesto que al final, sucede siempre como con los Pergaminos del Mar Muerto, pero mientras tanto, como dice el viejo refrán; “que nos quiten lo bailao”, o el dinero que se embolsan con tales argumentos “científicos” los picaros de turno. ¡Lamentable, pero cierto!
Sinceramente, con todas las pruebas que he enumerado a lo largo del presente articulo, todas ellas irrefutables, ¿puede algún lector tener una sola duda en cuanto al fraude que representa y difunde el filme documental de Discovery Chanel, de James Cameron, la “La tumba perdida de Jesús”? Creo sinceramente que ninguno albergará la más mínima sombra de duda, y de ser así, me daré por satisfecho plenamente, al haber podido aportar mi granito de arena a ello, puesto que ante tanto despropósito, engaño, fraude y tomadura de pelo, sobre una cuestión tan sería, y para algunos también trascendente, ningún bien nacido puede permitirse el lujo de callar, máxime poseyendo un mínimo de bagaje para ello, pues resulta bochornoso, el hecho de que el cineasta de turno, sea éste quien sea, pueda permitírsele impunemente, el tratar de presentarnos como un hecho científico e histórico, algo que no lo es, valiéndose para ello, no de los resultados reales que nos han aportado las ramas científicas implicadas en este caso concreto, sino haciendo precisamente todo lo contrario, al intentar presentar como pruebas científicas, lo que es mera especulación pseudo científica, con añadidos de pura ciencia ficción y revestido con las más burdas falsedades; es decir, mintiendo de cabo a rabo, con total y absoluto desparpajo.
+Eduardo A. Domínguez Vilar
Obispo y Teólogo
Sufragáneo de la Diócesis Latinoamericana de la AOC