Dentro de la disciplina de la Urbanidad los Maestros se esmeraban en que nos preparásemos con tesón y habilidad para desenvolvernos con educación, amabilidad, corrección y elegancia en los diferentes ámbitos y ambientes de la vida. En el programa de estudio de esta materia se incluían normas de comportamiento y aseo personal, las relaciones familiares y con la sociedad, y la manera de proceder en la escuela y, posteriormente, en el trabajo que se llegase a ejercer. Evidentemente, una persona bien formada en este arte podía acceder con facilidad a trabajos de cara al público, ya que con sus amplios conocimientos podía anticiparse a las necesidades de quienes le solicitaban sus servicios para trabajar a sus órdenes y con su esmerada educación lograba empatizar magistralmente con los clientes.
En la actualidad, la mayoría de las normas de Buenas Maneras y Urbanidad, por desgracia, están en el más completo abandono. Los seres humanos hemos perdido en gran medida la capacidad de comunicación personal, aunque a través de los ordenadores y otros dispositivos móviles seamos capaces de publicar nuestras intimidades más privadas sin pudor alguno. Tristemente y por esta razón, perdemos vocabulario y la capacidad de expresarnos con corrección gramaticalmente. Preferimos enviar un “wassap” mal redactado que hablar directa o telefónicamente con la persona a la que se lo hemos enviado. Yo no tengo nada en contra de los avances tecnológicos, todo lo contrario. Son necesarios, aunque deberíamos saberlos utilizar mucho mejor y específicamente para lo que son. No obstante, sí me gustaría que fuesemos capaces de formar tertulias como las de antaño, en las que cada cual se expresaba y relataba sus vivencias y anécdotas, y que respetásemos nuestros turnos de palabra y las opiniones de los demás. Aprenderíamos, nos enriqueceríamos mucho y seríamos inmensamente más educados.
He de recalcar que los seres humanos aprendemos durante toda nuestra existencia. Desde que nacemos hasta que morimos alcanzamos a instruirnos de las relaciones con nuestros semejantes, salvo en situaciones de demencia o afines. De un disentimiento respetuoso podemos ilustrarnos las partes participantes en el debate, porque llegaremos a un entendimiento a través de los razonamientos que nos aportan las ideas de los demás. Pueden no ser las nuestras mismas ni los mismos conceptos, pero debemos respetarlas y escucharlas con la mayor educación.
Urbanidad no significa sólo respeto. Es educación, cultura, formación, saber estar y comportarse… y conocer la mejor manera de proyectarlo, divulgarlo y difundirlo al prójimo. Afortunadamente, la sociedad es inteligente y los movimientos sociales que surgen en ella son cíclicos, por lo que la Urbanidad, aunque no esté de moda en la actualidad, volverá, sin duda, a tener su momento.