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Urbanidad: la asignatura perdida

Rhodéa Blasón – Urbanidad. Este simple y natural vocablo que conlleva tanto implícito para la sociedad en la que vivimos parece relegado completamente al desuso. Muchas personas se habrán olvidado que la materia de Urbanidad era una asignatura obligada y a superar en los centros de enseñanza desde los primeros cursos hasta los últimos. Eramos instruidos y educados en el arte de las Buenas Maneras y Urbanidad de forma que en nuestra enseñanza se abría un abanico de conocimientos sobre la cortesía que en la actualidad se descuidan, se desvanecen, y no se ejercen con el prójimo por desconocimiento.

Dentro de la disciplina de la Urbanidad los Maestros se esmeraban en que nos preparásemos con tesón y habilidad para desenvolvernos con educación, amabilidad, corrección y elegancia en los diferentes ámbitos y ambientes de la vida. En el programa de estudio de esta materia se incluían normas de comportamiento y aseo personal, las relaciones familiares y con la sociedad, y la manera de proceder en la escuela y, posteriormente, en el trabajo que se llegase a ejercer. Evidentemente, una persona bien formada en este arte podía acceder con facilidad a trabajos de cara al público, ya que con sus amplios conocimientos podía anticiparse a las necesidades de quienes le solicitaban sus servicios para trabajar a sus órdenes y con su esmerada educación lograba empatizar magistralmente con los clientes.

En la actualidad, la mayoría de las normas de Buenas Maneras y Urbanidad, por desgracia, están en el más completo abandono. Los seres humanos hemos perdido en gran medida la capacidad de comunicación personal, aunque a través de los ordenadores y otros dispositivos móviles seamos capaces de publicar nuestras intimidades más privadas sin pudor alguno. Tristemente y por esta razón, perdemos vocabulario y la capacidad de expresarnos con corrección gramaticalmente. Preferimos enviar un “wassap” mal redactado que hablar directa o telefónicamente con la persona a la que se lo hemos enviado. Yo no tengo nada en contra de los avances tecnológicos, todo lo contrario. Son necesarios, aunque deberíamos saberlos utilizar mucho mejor y específicamente para lo que son. No obstante, sí me gustaría que fuesemos capaces de formar tertulias como las de antaño, en las que cada cual se expresaba y relataba sus vivencias y anécdotas, y que respetásemos nuestros turnos de palabra y las opiniones de los demás. Aprenderíamos, nos enriqueceríamos mucho y seríamos inmensamente más educados.

He de recalcar que los seres humanos aprendemos durante toda nuestra existencia. Desde que nacemos hasta que morimos alcanzamos a instruirnos de las relaciones con nuestros semejantes, salvo en situaciones de demencia o afines. De un disentimiento respetuoso podemos ilustrarnos las partes participantes en el debate, porque llegaremos a un entendimiento a través de los razonamientos que nos aportan las ideas de los demás. Pueden no ser las nuestras mismas ni los mismos conceptos, pero debemos respetarlas y escucharlas con la mayor educación.

Urbanidad no significa sólo respeto. Es educación, cultura, formación, saber estar y comportarse… y conocer la mejor manera de proyectarlo, divulgarlo y difundirlo al prójimo. Afortunadamente, la sociedad es inteligente y los movimientos sociales que surgen en ella son cíclicos, por lo que la Urbanidad, aunque no esté de moda en la actualidad, volverá, sin duda, a tener su momento.

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