Lo que vemos no siempre es la realidad verídica. ¿Ver o creer ver?. La respuesta es arduamente dificultosa de descubrir. La imaginación recrea coyunturas que desorientan nuestro entendimiento transportándonos a errados dictámenes. Tales como las difamaciones o infundios que causan la pérdida de la honra de otros seres tras el menoscabo de calaveras o depravados que no distinguen si ven o creen ver. Desafortunadamente continúa perdurando este paradigma de anormalidad colectiva como pauta a persistir independientemente de la clase social, linaje, edad, formación,… Departir sobre lo que nuestra vista nos aparenta haber advertido sin comprobación que le dé certeza alcanza potestad de pernicioso y perverso, y acostumbra a exteriorizarse en perfiles taimados y ladinos que, consciente o inconscientemente, perpetran y urden estropicios exagerados y crueles en seres humanos con un entendimiento cerebral excesivamente endeble y pusilánime.
Los sujetos de carácter hercúleo no son bien vistos por gran parte de la humanidad. ¡Ni ven ni creen ver! Se esfuerzan en sus tareas, se afanan en consagrar tiempo fructífero con su pareja y su prole, se esfuerzan en cultivarse culturalmente, existen para comprender el “ser y el estar” en su subsistencia, …no tienen oportunidades para desaprovechar ni segundos vitales que malbaratar. Esto tan evidente no es advertido por ignorantes y ramplones que “llevan y traen” maledicencias y chismorreos de quien les sabe necios y no les tolera su impertinente intención de dominio, ni les consiente percatarse de sus acciones. Eludir estas gentes les produce un daño irreparable en su condición humana, ya que se saben ultrajados y agraviados por quienes ellos pretenden humillar y calumniar. Son como parásitos que si no se nutren de las acciones de otras personas agonizan hasta sucumbir. ¡No permitamos que puedan con los seres humanos que tenemos vidas plenas!
Para conseguir una vida plena. Seamos felices, orgullosos de nuestras acciones, sorteemos y apartemos de nuestra senda a quienes con malicia persiguen saber de nosotros para vilipendiar la conducta con la que procedemos. Nunca alcanzarán contento ni prosperidad porque no se crean su propio trayecto de vida. Permanecerán vacíos de sentimiento, conocimiento y actitud.
Su fachada exterior será pura apariencia, pero su corazón se convertirá en el de menesterosos ávidos de lograr la vida ajena que perseguirán sin pasar de ser meros cicateros y miserables.
Rhodéa Blasón.