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Un clamor a la cordura

¿Qué le acaece al género humano? No se encuentran lenguaje ni percepciones que nos lo revelen meridianamente. Incluso a los investigadores más reputados del entendimiento les resulta un cometido arduo y complejo, con bifurcaciones mentales imprevisibles y desconocidas. Cada jornada se consuman homicidios con premeditación y alevosía contra mujeres, hombres, niños, ancianos, vecinos, … con la desdicha de convertirse en actos reiterativos que sólo consiguen desgranar y sobrecoger a nuestra sociedad por su truculencia y atrocidad. ¡Nadie es quién de sesgar la vida de sus semejantes! Nuestra existencia es un regalo maravilloso para que ningún criminal nos la arrebate: no hay justificación alguna para privar de un don tan hermoso a ningún ser.

¿Qué pasará por el cerebro de quién comete tan imperdonables y malévolos actos? Ni siquiera creo que ellos mismos lo sepan; tal vez quieran demostrar valentía, dominación, superioridad, … ¡Para mí una entelequia propia de cobardes! Pobres víctimas mortales a las que se les priva de la dádiva de su existir con premura, desgraciadas familias que se ven segmentadas por tal padecimiento que parece que no finaliza nunca. No sólo es una maldad el crimen, sino también la privación de la libertad de cualquier persona sin mediación de la ley y porque alguien busca la sumisión de sus semejantes. Dementes cretinos que buscan lograr convertirse en seres cotidianos pergeñando vilezas e iniquidades incomprensibles para cualquier ser cuerdo y juicioso.

Sinceramente pienso que nos hemos convertido en seres asociales, sin capacidad de integración, incomunicados verbalmente por propia voluntad, sin sentimientos de respeto o gratitud para con los demás, despreocupados de los enfermos o débiles, sin empatía por los necesitados, estimándonos superiores a los otros ciudadanos, … Es decir viviendo vidas vacuas, materializadas por el sentimiento de “y yo más” que sólo nos conlleva a la necedad, sin solidarizarnos con las desgracias ajenas porque pensamos que nosotros estamos libres de ellas, …

Deberíamos poner los ojos en los animales que sólo matan para comer o en defensa propia. Mientras, los seres humanos matan por matar y son capaces de no sentir arrepentimiento alguno. La humanidad debería tener más valores para crear una sociedad fuerte y activa de manera constructiva, sin tener que temer o mirar con sospecha a nuestros semejantes, ya que si nos destruimos unos a los otros nunca conseguiremos alcanzar la dicha y la felicidad en nuestro caminar por la senda de la vida con naturalidad, franqueza y confianza.

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