En 1909 Nueva York y Chicago ya acogieron actos denominados “Día de la Mujer” organizados por Corinne Brown y Gertrude Breslau-Hunt, destacadas solialistas luchadoras por los derechos femeninos. Al año siguiente, en Europa tuvo lugar la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas celebrada en Copenhague con la asistencia de más de 100 mujeres representantes de 17 países. Los actos se fueron ampliando cada vez más hasta que en España, en 1936, tuvo lugar por primera vez una reunión de tal magnitud. No obstante, no fue hasta 1975 cuando la ONU (Organización de las Naciones Unidas) institucionalizó el 8 de marzo para conmemorar las acciones del Día Internacional de la Mujer y en 1977 se declaró Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.
Han sido muchas las mujeres que se han unido a lo largo de la historia para que en la actualidad el sexo femenino tenga esa “igualdad” tan deseada frente a los hombres. Afortunadamente, hoy podemos acudir a la universidad eligiendo estudios, realizar trabajos que antaño estaban sólo destinados a los hombres y, por supuesto, trabajar fuera de casa. Pero no nos engañemos, todavía queda mucho por lograr. Existe una marabunta humana de féminas que queremos que se nos escuche y que no nos prebendan ningún beneficio del que no seamos acreedoras y al que no tengamos derecho. Trabajamos en casa y mantenemos en pie nuestras empresas o trabajamos con eficacia y eficiencia por cuenta ajena pero tenemos todavía demasiado camino por andar: las dificultades en la conciliación laborar para las mujeres abren brechas tan grandes que a veces les impiden optar a un puesto de trabajo digno, la desigualdad salarial obliga a una fémina a trabajar 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre, la contratación de una mujer suele tener reglas precarias o a tiempo parcial y las tasas de paro femeninas son muy superiores a las de los hombres. Pero hasta en el cobro de las prestaciones por desempleo la mujer sale también mal parada, ya que no están equiparadas entre unos y otras. Tal vez las mujeres no tengamos familias que mantener, recibos que pagar, hijos que alimentar o no seamos merecedoras del derecho a acceder a tener viviendas dignas.
La constitución española de 1978 recoge en su artículo 14 la igualdad ante la ley de las mujeres y los hombres prohibiendo la discriminación por razón de sexo. No obstante, creo que deberán pasar todavía muchos años y continuar con las reivindicaciones para que se suprima cualquier diferencia o desigualdad que exista entre sexos. El Instituto de la Mujer reseña con gran acierto que tal y como aseguraba Montesquieu “el nivel de democracia de un pueblo se mide por el grado de libertad de sus mujeres”.