Tuve la suerte de hablar con Manolo hace 15 días sobre los requerimientos del concierto, nada del otro mundo, la verdad. Todo muy cercano, accesible y sencillo, como él mismo. Su voz rota y directa me susurró al final un gracias por confiar en mí que me llegó al alma. Y es que el poeta desgarrado de la Movida, quería volver y lo estaba haciendo de la mejor manera que se puede hacer llenando en sus últimos conciertos, como sin duda lo haría en Burela. Tenía el mejor ingrediente para lograrlo. Un pedazo de disco. Para mí el mejor de su carrera: Casualidades, que vio la luz hace solo unos meses con un primer single extraordinario, Princesa Azul y un segundo igual de majestuoso: Opiniones de un payaso.
Admiro a quien sube alto y sabe seguir arriba, eso es muy difícil, pero más admiro aun a quienes suben hasta el cielo, caen hasta el infierno y se levantan aun sangrando y con mil cicatrices, para regresar al lugar que por derecho les corresponde. Eso hacía Manolo Tena. Pero la muerte no entiende de fuerza de voluntad, no entiende de valientes ni de cobardes, no entiende de nada porque la muerte no tiene conciencia. Nunca aprenderemos eso, ni falta que hace porque precisamente de ese dolor salían muchas de las letras que Manolo componía no solo para él sino para Los Secretos, Luz Casal, Miguel Ríos o Ana Belén.
Ya con tu regreso eras leyenda, ahora ya no sé lo que serás… ignoro que va después. Tus discos seguirán en nuestras casas y tus letras ya sabes dónde. En esos músculos palpitantes que tan pronto ríen como lloran, que tan pronto laten acelerados como se paran y mueren. La vida, maestro. La vida.
“Soy solo un verso que está equivocado, mientras la muerte deja caer su telón”, cantabas. Ahora eres un poema eterno.