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Un pregón alternativo de las fiestas de Burela de 2016 (Vivencias: la proverbial solidaridad fraternal burelesa)

Un dibujante español de carteles conocido como Batardo, refiriéndose a las generaciones nacidas tras la guerra civil española, plasmó en uno de ellos, una figura y unas palabras que siempre me impactaron. En el cartel en cuestión aparecía la imagen de un soldado caído en el suelo muerto y en su mano inerte sostenía una granada de mano que no había podido lanzar. Debajo de aquella imagen, estaba la siguiente frase: “En el año 1942, cuando yo nací, todos habíamos perdido”.

¿También nosotros los bureleses habíamos perdido?….Sinceramente no lo se; pero lo que con certeza puedo asegurar, es que aquella Burela de 1942, en la que habíamos nacido los bureleses y burelesas que hoy a Dios gracias, podemos contemplar a esta Burela de hoy en pleno siglo XXI, a pesar de las crisis sufridas a lo largo del tiempo, en la que, muy a pesar de los difíciles tiempos en los que transcurrió nuestra infancia y luego nuestra adolescencia y juventud, hoy, puedo afirmar y constatar, el que la solidaridad fraternal, fue el factor primordial de esta villa marinera que, cobijada cual doncella en su amante, a la sombra del Monte Castelo, y perpetuamente mirando al mar, ha sido ejemplo de hermandad vecinal, esfuerzo común, calor humano afectivo real y una generalizada comprensión, casi instintiva, de saberse involucrados comunitariamente, en una empresa saturada de sacrificio y de amor hacia esta burivida tierra, y entre las gentes que forman su pueblo.

Han pasado los años y esas características de los bureleses, se han podido apreciar, al constatarse en el día a día y también verificar de forma visible y palpable, en esa demostración ejemplar de ausencia de racismo o xenofobia hacia los inmigrantes extranjeros, quienes son hoy ejemplo viviente de esa solidaridad fraternal burelesa que, ellos han manifestado en múltiples ocasiones al manifestar reiteradamente, el haber sido objeto de tal solidaridad y fraternal acogida, cosa que puede verificarse “in situ”, ya no sólo al sociólogo profesional, sino incluso al observador imparcial más profano, puesto que salta a la vista el que todos los inmigrantes en Burela, ha podido integrarse plenamente, sin importar su nacionalidad de origen, ni sus raíces culturales o étnicas. Sobre esto a lo largo de mis años, sólo he podido leer una nota discordante puntual que vendría a ser ese ejemplo de excepción que confirma la regla, y la misma pronunciada de forma muy desafortunada y totalmente arbitraria, que fue vertida a los medios de comunicación, por Deissy Lopes Bollo (Ponferrada, 1986), fémina al parecer, de origen caboverdiano y que figuró en el puesto número 5 de la lista electoral de Ciudadanos, en este Concello de Burela, en las pasadas elecciones municipales quien, sin el menor tapujo, y presumo que sin la más mínima idea, sin pensárselo dos veces, afirmó de una forma rotunda y tajantemente refiriéndose a Burela, con las siguientes palabras: “Hay mucho racismo….”, lo cual por mi parte, al igual que muchos otros bureleses y burelesas, siempre hemos estimado tales palabras, como una verdadera y gratuita ofensa hacia Burela y sus gentes; ofensa inmerecida, ya que presumo que dicha acusación no se ajusta a la verdad, pues ni aun un hecho puntual, pude ser utilizado para perpetrar tamaño insulto y verdadera sandez que, la referida candidata profirió y emitió contra un pueblo que, de forma muy notoria, es reconocido como el pueblo menos racista de toda la Unión Europea; cuestión esta que, al parecer ignoraron los cabezas de lista y responsables del partido naranjito en Burela, dado que ante el enojo de una parte de la ciudadanía, ninguno de los líderes del mencionado partido naranja, desmidió públicamente a su compañera y candidata en las pasadas municipales en Burela, pidiendo la más minima disculpa por las improcedentes palabras de su compañera de partido, pues el silencio injustificable, a mi leal saber y entender, dado como única respuesta, por parte de los lideres de Ciudadanos en Burela, como burelés que soy, no lo veo en modo alguno justificado; a no ser de que, como al menos por aquellas fechas álgidas electorales, el cabeza de lista por el partido naranja en Burela, y por tanto, candidato a la alcaldía; repito, por esas fechas, presumo, el que ni residía en el municipio de Burela, según parece, ni tampoco se encontraba empadronado en el Concello burelés; de ahí que, posiblemente debido a ello, tenía o pudiera aun poseer, un cierto desconocimiento de la auténtica y verdadera Historia de Burela y de sus gentes, y por dicha causa o motivo, tanto los burelesas y bureleses de origen o de adopción, hemos tenido que sufrir eso que más que declaraciones, fueron autenticas “paridas” y solemnes burradas, vertidas presumo que, con un cierto descaro, a los medios sociales de comunicación, por la citada Dessy Lopes Bollo, del conocido partido Ciudadanos, y que con tanto presumible descaro e impunidad, se permitió acusar a Burela, de ser un pueblo racista, siendo hasta el día de hoy, la mayor parida de falsedad que, se ha vertido de una forma totalmente gratuita, contra el noble y acogedor pueblo de Burela, ejemplo de integración intercultural, paz y progreso, desde siempre; solidaridad fraternal burelesa, totalmente ausente de racismo que, ya desde sus comienzos, así fue reconocida por los más distintos medios tanto a nivel provincial, autonómicos y nacionales.

Por todo lo citado, una vez más cabría manifestarle públicamente, a la que en su día fuera candidata del partido político Ciudadanos, y la que nos hemos referido; el que antes de formular esas declaraciones acusatorias de racismo contra Burela y sus gentes; antes de ello repito, que de ahora en adelante, y para no volver a meter la patita de ese modo nuevamente, se aplicara el sabio consejo del chino que dice: “Quien no investiga, que tampoco hable”. ¿Entendido?….Espero y confío de que si, de ahora en adelante lo hará.

En Burela, sus gentes siempre hicieron gala con fervoroso ahínco de una laboriosidad ejemplar que en ningún momento de su historia dejó de ser, y gracias a la cual Burela siempre logró vencer todas las adversidades y avatares, por ese su secreto o formula magistral, que es su fraternidad como pueblo; espíritu fraternal que, ha sido siempre el saber unir a esa laboriosidad constante, el sentimiento perenne de su ya referida solidaridad fraternal, la cual recibió cual don o legado valioso de sus ancestros, hasta el punto que da la impresión de que dicha solidaridad fraternal, ajena a cualquier tipo de condicionantes, es algo que en el pueblo de Burela, da la sensación de que ya se ha convertido por el transcurrir de los años, en algo consustancial y genético, propio de sus habitantes. Ese legado ancestral heredado de sus mayores, hemos podido ver como sale siempre a relucir, precisamente en los momentos significativos más álgidos y dolorosos, como son esas horas difíciles de tragedia; momentos que surgen a lo largo de la historia de los pueblos marineros, pues cuando eso ha sucedido, el pueblo de Burela hace aflorar como impulsado por no se sabe que resorte genético, esa su heroica y ejemplar solidaridad fraternal, humana y sincera que brota de lo más íntima esencia de su ser como pueblo.

Llegadas estas fechas señaladas, muchos bureleses tornamos la vista atrás y nos sumergimos en el recuerdo de unos tiempos idos, en los que inconscientemente dada nuestra corta edad, vivimos esa solidaridad fraternal, y que por aquellas fechas, nuestra mente infantil y luego adolescente, aprendió a fraguarse, y así podemos verlo a lo largo de las páginas del valioso libro que sobre la Historia de nuestro pueblo, nos legó a todos quien fuera nuestro primer cronista oficial y preclaro burelés ejemplar, Don Ricardo Pena Domínguez; libro donde podemos apreciar que solo el incansable trabajo junto con ese don ejemplar de la solidaridad fraterna, han sido la constante del pasado histórico de Burela; dones que todos los bureleses deseamos continúen siendo la premisa esencial diferenciada de nuestro futuro.

Yo viví en cuatro de las zonas o barrios, de los cinco que por entonces tenía Burela en la practica como núcleos habitados; nací en la casa de la “señora Brígida”, frente al entonces café de “Pancho”, posteriormente , “Casa Marta”, en la entonces denominada, “carretera general” y hoy denominada con el nombre de quien fuera un gran alcalde y un gran artífice del inicio del avance y desarrollo de Burela, por haberlo constatado así, fue por lo que con tanto acierto en su día, se le dio merecidamente el nombre a la antes “carretera general” a su paso por el centro de Burela, de Avda. de Arcadio Pardiñas, donde Evaristo fue poseedor del arte de saber hacer el mejor café express o “cortado” que jamás he podido saborear nunca en toda mi vida, incluso durante mi reciente estancia y mi nueva residencia, en Colombia o en Costa Rica, países cafeteros por excelencia, en los que como buen adicto al café, intenté lograr saborear un buen “cortado” como los que me hacia Evaristo, pero siempre han sido vanos mis intentos, porque jamás he podido lograrlo.

De aquella pequeña Burela que anhelaba el progreso que los pueblos vecinos en una mayor medida tenían por aquel entones; de aquella Burela donde aun no habían llegado inmigrantes, exceptuando algunas familias portuguesas afincadas en la villa desde hacía ya tiempo, pues habían venido a trabajar en el trazado y construcción de la línea de ferrocarril que en la actualidad regenta FEVE, durante los años de la dictadura del General Primo de Rivera que, fue cuando se dio inicio a las citadas obras. La asociación cultural “Buril” primero y en fechas recientes, la Asociación de Vecinos de las “Casas Baratas” han sabido recoger en sendos y excelentes testimonios gráficos, aquella Burela de entonces; la Asociación Cultural “Buril” al editar en un álbum de fotos pertenecientes a esa época que muchos bureleses evocamos especialmente en estos días de fiesta; álbum que estimo es un gran aporte documental para la riqueza de la memoria histórica de Burela, y no cabe duda de que la meritoria labor, de esas fotos-testimonio, de aquella Burela que comenzaba su andadura en solitario, haciendo frente a las múltiples dificultades, y contando siempre, con ese capital que ha sido su ejemplar laboriosidad, indisolublemente unida a su ya mencionada solidaridad fraternal. son todo un documento y un legado histórico encomiable; igual que el de la Asociación de Vecinos de las “Casas Baratas”, por haber sabido recoger igual testimonio fotográfico de Burela, y que dio a conocer en su día, por medio de una exposición en la Casa de la Cultura de Burela.

Y ya puestos en la memoria de ese pasado fundacional y fecundo que, viene a ser la cuna de la nueva Burela, cabría destacar el recuerdo de la zona del puerto, en la que yo viví siendo niño, justo donde en la actualidad se ubica el moderno Centro de Salud, al igual que recuerdo el pequeño puerto de la época y la playa donde los niños bureleses pasábamos horas cogiendo cangrejos, bañándonos y pegándonos carreras por la playa del puerto o por la pequeña y familiar playa, hoy ya desaparecida de Castrelo.

Años más tarde, residí en la así llamada “calle do Can”, hoy Rua Pascual Veiga, y allí fui aun mas consciente de esa solidaridad y hermandad típica de las gentes de Burela, pudiendo asegurar que incluso durante mis años como emigrante, donde suele darse esa nota de la solidaridad y fraternidad, de forma especial; aun siendo así, nunca fui testigo de valores solidarios tan arraigados y profundos como aquella solidaridad fraternal que presencié en la Burela de mis años de niñez y adolescencia; y unos años después como joven. Y que conste que, en mis años de emigrante, siendo secretario y vicepresidente, de uno de los más grandes centros gallegos de la emigración en Europa, como lo era el “Centro Gallego de Saint Gallen” en Suiza, allá en las décadas de los sesenta y los setenta, pude ser testigo de muchos actos de solidaridad entre paisanos, al igual que lo fui, cuando presté mis servicios en la entonces Agregaduría Laboral a la Embajada de España en Berna, y también en la Agregaduría Cultural Adjunta a la misma Embajada por las mismas fechas, primero como asistente social y posteriormente como encargado de la organización de los cursos de formación profesional, destinados a los inmigrantes españoles que trabajaban en la Confederación Helvética. Pues bien; durante esos trece años como emigrante, jamás vi nada que se pudiera igualar a ese hecho caracteristico de la solidaridad fraternal burelesa; solidaridad que aun continúa vigente, superando barreras raciales y culturales en estos tiempos, para ejemplo de todos, ya en este siglo XXI.

También residí en la zona de Burela que venía a ocupar casi el centro del pueblo por entonces, que era la denominada “ As Guridas o Guridas do Campo” la que recuerdo muy bien, por ser en la misma donde aprendí a apreciar y a respetar a toda clase de animales; perros, gatos, pájaros, etc. aquella vaca que tenían mis padres llamada “A Marela”, así como recuerdo lo mucho que disfruté paseando en la burrita que en ocasiones, tan gentilmente me prestaba, aquella mujer tan querida e inolvidable y que vendía el más rico pescado, llamada, María de Esperanza.

Podría enumerar multitud de ejemplos de esa solidaridad fraterna burelesa, pero de hacerlo así, además de tener que escribir cientos de folios, aun sería posible, correr el riesgo de olvidar muchos ejemplos de tal solidaridad, de ahí que es mejor el señalar este don singular de los vecinos de Burela , generalizando, dejando los hechos concretos para las páginas de la historia de Burela, esa historia tan rica y fecunda que un buen día y en buena hora tomó la firme resolución de escribir el que fue nuestro primer Cronista Oficial, el ya mencionado y recordado, Don Ricardo Pena Domínguez y que plasmó de forma magistral en su libro, “Burela. Apuntes Históricos y crónica del siglo XX”, labor meritoria que hoy tenemos la suerte y privilegio, continuara en su momento el que fuera cura párroco de Burela, Don Benjamin González Quelle, quien con incansable fervor y dedicación, continuó dando a conocer la historia burelesa con sus innumerables vivencias personales que, corrieron pareja a la misma, impregnando así el relato de los hechos, con una peculiar singularidad de estilo propio que, rebosa un calor humano ejemplar.

Este pueblo en la que sus gentes de laboriosidad ejemplar, han sido los únicos artífices a la hora de la verdad y entre múltiples vicisitudes, de hacer que Burela, sea de verdad una tierra llena de promesas de futuro y un pueblo de perenne amanecer, por eso tal vez, en aquel año de 1942, “cuando todos habíamos perdido”, tras una guerra civil fratricida entre hermanos, en este pueblo de Galicia que es Burela, la solidaridad fraternal estableció su cuna, señalando un camino a seguir de una vigencia indiscutible; una senda fecunda que es incuestionable a la hora de poder comprender el presente de Burela. Y ese factor característico y decisivo, no ha sido otro que el de esa solidaridad fraternal a la que vengo refiriéndome, y que desde siempre en Burela, se convirtió en historia creadora. Por ser así, y que llegadas estas fechas señaladas, de nuestras fiestas patronales, estimo casi como un deber sagrado de burelés, el poder evocarlo, hoy, aquí y ahora.

¡Felices Fiestas 2016 a todos los bureles de origen o de adopción!

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