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“INSENSIBLES: RECTIFIQUEN”

El pasado domingo cientos de personas clamaban en las principales villas y ciudades de nuestro país en contra de la derogación de la prisión permanente revisable. Su reivindicación es eco del sentir de una multitud que, según todos los sondeos, exige la continuidad de una norma penal que defiende a la gente y a sus hijos de criminales que no están preparados para vivir en libertad.‬

Probablemente en esas plazas podríamos haber sido muchos más, incluso aquí en A Mariña, si no fuese porque la manifestación no estaba teledirigida por partidos políticos, como nos acostumbramos a ver en otras protestas en nuestra comarca, sino que fueron convocadas con medios precarios, a través de las redes sociales, por madres y padres de víctimas de delincuentes reincidentes.

Hay quien dice que defender la prisión permanente revisable es dejarse llevar por el odio o por la venganza. Nada más lejos de la realidad. Se trata de utilizar todas las herramientas que la ley penal nos ofrece para hacer justicia y protegerse.

Parece mentira que las fuerzas políticas que promueven la derogación de esta pena sean las mismas que presumen de defender los derechos de las personas, de escuchar a la sociedad, mientras demuestran ser insensibles ante tanto dolor y ante la evidente injusticia, fríos con las víctimas e incapaces de entender que la sociedad no merece vivir resignada. Ni podemos, ni queremos conformarnos.

Parece mentira que a estas alturas, y después de casos como los que hemos visto recientemente haya quien se empecine, una vez más, en derogar una norma necesaria y justa.

Que los delincuentes reincidentes cumplan íntegramente las penas es útil. Y defenderlo no nos convierte en retrógrados. No podemos ser tibios ante el horror. Tibios ante la acción de los que, una y otra vez, salen de la cárcel y vuelven a matar, a violar, a segar la vida y la inocencia de nuestros niños.

Con la prisión permanente revisable, no todos, pero sí muchos casos se pueden evitar, y lograremos que quienes han hecho tanto daño reciban un castigo prolongado, ante la seguridad de que ponerlos en la calle es un peligro.

Parece mentira que, una vez más, en nuestro país haya quien se sitúe más cerca de los verdugos que de sus víctimas. Aunque nunca es tarde para corregirlo. Ya son demasiadas vidas robadas. Alcemos nuestras voces y exijamos a los insensibles que rectifiquen.

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