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“Día escolar de la Paz”, por Ramón Hermida Pumares

Y ahí estaban todos los niños de A Mariña, con sus manos al aire, celebrando en sus coles el Día Mundial por la Paz, todos con sus sonrisas de paz, sus muecas de paz, aún sacando la lengua derrochaban paz.

Y lo hacían levantando sus manos blancas. Como olas en el aire nos saludaban viéndose queridos por todos, los profes, los papás, los amigos.

Así estábamos de pasmaditos, boquiabiertos, hasta que llegaron las imágenes de cualquier tele, en cualquier informe de fin de semana, recordándonos que había otro mundo ¡cruda realidad!.

Y se dejaron ver imágenes de niños convertidos en carne de cañón, para dar de comer al mundo carroñero que los explotaba como explotan las minas en sus manos inocentes, y, entre sangre y sangre, dolor y gemidos, los veíamos bajar a cualquier infierno para limpiar de miseria los cubos de basura para recoger mendrugos de pan enmohecido o haciendo de carnaza viva a viciosos de cara encarnada.

Aquellos niños eran la mano esclava, la voluntad tomada de quienes gozan manejando el látigo de su poder fuera de ley, de quienes se aprovechan de la inocencia, de quienes tienen como principio de vida, estruja, machaca que algo rezumará.

Y ahí quedaba la cara rota de niños explotados, de niños prostituidos, de niños a los que les han robado la infancia, la inocencia, ¡bendita ella!. Su derecho a vivir.
¡Qué imagen más distinta de la inicial!.

Claro que hace falta Paz, mucha paz, mucha falta, y hacen falta Ángeles de la Guarda para que no nos roben la inocencia de nuestros niños, para que nadie los ponga a morir sin haber conocido sus trastadas, su alegría contagiosa, sus sonrisas blancas, sus llantos impertinentes, sus besos y caricias que tanto embelesan, antes de que se hagan viejos sin haber sido niños.

Que nadie apague su voz, dejémosles gritar su alegría por la vida. Que nadie les apague su apego a la vida, sus ganas de vivir en su mundo.

Y si la ruptura, ¡maldita ruptura!, hizo mella en la familia, dejémosles ser libres, donde quieran, con quien puedan. Día de la Paz, también en casa, Señor, que es por donde se rompe la cuerda.

Ramón Hermida Pumares

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