La empresa Sociedad Estatal Correos y Telégrafos, más conocida como Correos, castiga a sus clientes y no entrega sus envíos excepto que cumplan escrupulosamente los requisitos que esa firma del Estado impone cuando y como quiere. Y no hace el servicio que le encargan sus clientes (y que, como es sabido, se paga por adelantado) incluso cuando los carteros conocen perfectamente quien es el destinatario, donde está y pasan por delante de él casi todos los días. Por ello esta situación coloca a algunos repartidores de Correos en una posición complicada.
Esto es lo que está pasando en Ribadeo. No sé si ocurre lo mismo en otros lugares o si el municipio ribadense es especial para los dirigentes de Correos (en la localidad y fuera de ella).
Esta situación sería increíble en una empresa privada, pero resulta que Correos es pública. Y por este motivo todavía es más grave porque aún después de dejar de ser sus clientes (como hace cada vez más gente, que opta por el correo electrónico o por firmas privadas de mensajería) a Correos tenemos que seguir financiándola con nuestros impuestos.
Beni Mántaras (Periodista)