Muchos nos rasgamos hoy las vestiduras después de conocer las nuevas restricciones decretadas por la Xunta de Galicia. Y es normal que esto ocurra sobre todos entre los municipios, las empresas y las personas que hemos estado haciendo bien las cosas o intentándolo, por lo menos. Nos están haciendo entender que hagamos lo que hagamos va a dar igual. Será un comité de expertos, avalado por los mandatarios de turno, el que siga imponiendo su criterio y dando palos de ciego.
En muchas ocasiones se cierra y se criminaliza a la hostelería y también al comercio, se decretan cierres perimetrales y la situación no mejora o tarda mucho tiempo en cambiar. Es muy difícil de entender todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Es muy difícil de gestionar una pandemia de estas características, pero tengo la sensación de que siempre la pagan los mismos: los autónomos, las pequeñas y las medianas empresas. Hay un amplio sector privilegiado al que esto prácticamente ni le va ni le viene, salvo si hablamos en términos sanitarios.
Vivimos a golpe de BOE y de DOG. Medida tras medida. Día tras día. Mes tras mes. Y así llevamos desde marzo del año pasado. Si el 2020 fue un mal año para los autónomos y las pymes, vamos a abrocharnos los cinturones porque vienen curvas muy peligrosas. El 2021 pinta mucho peor y no ha hecho más que empezar.
Pero una cosa debe quedar muy clara. De lo que ocurra todos somos responsables. Los que lo hacen mal y pasan de todo. Y también los que decretan y regulan, porque seguimos viendo que no se controlan debidamente los aforos, las fiestas privadas, los botellones, los cierres perimetrales, etc… Entonces ¿para qué sirve todo este sufrimiento?
Carmen Cruzado (Periodista)