Además de las gravísimas consecuencias económicas que tienen el cierre de los establecimientos de hostelería hay otras de las que se habla mucho menos: las sociales.
Para muchas personas los bares son los únicos lugares donde tienen compañía y cuando estos negocios cierran están perdidos, sin rumbo, desorientados. En muchos casos los propietarios y los camareros de los establecimientos hosteleros hacen una importante labor social, apoyo que deja de existir cuando estos lugares están cerrados.
Por esto, y evidentemente por la gran importancia económica que tiene este sector y los que dependen de él, quienes deciden las medidas para luchar contra la pandemia en Galicia creo que deberían valorar la necesidad de permitir la reapertura de los bares cuanto antes. Que por lo menos autoricen a los establecimientos a usar las terrazas, con limitaciones y con controles, sobre todo en los lugares donde la incidencia de contagios es ahora muy escasa, como están haciendo en otras comunidades.
Porque los gobernantes tienen entre sus misiones tratar de evitar daños en la salud de los ciudadanos, pero todos, no solamente los que causa el coronavirus.