Azucena González.- «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?” Mateo 7:15-20
Esta cita de la Biblia constituye una sabia enseñanza que nos viene como anillo al dedo para analizar a nuestros gobernantes del BNG en el Concello de Ribadeo, aunque a ellos los textos sagrados les produzcan “sarpullido”. Escuchamos desde el primer día de esta legislatura al alcalde hacer alarde de su intención de consenso, de la búsqueda de unanimidad, de la participación de todos, etc… Y, efectivamente, ofreció su mano tendida a la oposición en cuestiones trascendentales como el PXOM, la reivindicación de la residencia y otros temas, mayores o menores, que claramente trascienden esta legislatura y este gobierno. El Partido Popular, decidiendo desde el primer día anteponer el interés general de los ribadenses, aceptó la invitación al diálogo y a la cooperación en muchas ocasiones, recibiendo, por cierto, críticas de propios y extraños.
Pero, parafraseando al presidente Lincoln, “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.”
Y así está sucediendo con nuestro alcalde y su equipo de gobierno, esa actitud benevolente, conciliadora que nos pretendían mostrar está dejando entrever lo que realmente es su política. Cuando su ideología asoma por la puerta las buenas formas, el respeto y la consideración salen por la ventana.
Todo esto viene al caso a raíz de sus últimos gestos de desprecio hacia la pluralidad política, hacia el pensamiento individual, hacia el significado de baluarte del respeto a la diversidad ideológica que las instituciones deben constituir. Consideraron que, dado que ellos tienen una clara y rotunda postura ideológica sobre el tema del aborto y ostentan una mayoría de concejales, el pueblo de Ribadeo ha de compartir sus ideales. Consideraron también que la misma mayoría les da derecho a disponer para mayor gloria y difusión de su pensamiento del balcón de la casa consistorial. Consideraron, aunque parezca increíble, que un acuerdo plenario aprobado por mayoría que rezaba que debían dar difusión al contenido del proyecto de ley del aborto les legitimaba para colocar una pancarta en la fachada del Ayuntamiento con la leyenda “Por el derecho a decidir. Aborto libre y gratuito” (¿esto es información?, juzguen Ustedes mismos). Ante las protestas por parte de las dos concejalas del PP, su reacción fue aquella de los que no tienen argumentos, intentar arrimar el ascua a su sardina pretendiendo convertir lo que consideramos un gesto de prepotencia, falto de todo respeto a los ribadenses en un debate sobre el aborto. Pues no lo es, es una utilización en beneficio de sus ideales de una institución pública; es un abuso de poder en toda regla; es una falta de respeto por la diversidad ideológica y por el pensamiento individual de los vecinos de Ribadeo; es una pretensión de adoctrinamiento desde un poder público; es, en definitiva, un gesto que ralla lo obsceno diga lo que diga la pancarta en cuestión.
Tampoco son casualidad ni despiste los gestos de desprecio para quien fue Presidente de todos los españoles y principal conductor del país a la transición y que llevó el diálogo y el consenso por bandera. Resulta inaudito que, celebrándose una sesión plenaria en un día de luto oficial en todo el país, deba el Partido Popular pedir que se guarde un minuto de silencio en señal de duelo y respeto por el fallecimiento del que fuera Presidente del Gobierno, Adolfo Suárez. No se promueve el gesto por parte del gobierno como sería lo propio y lo acaban aceptando a regañadientes. Es rebeldía que, por primera vez que yo recuerde, se coloca a media asta tan sólo la bandera española en señal de duelo, como si Galicia no debiera respeto a quien aprobó la Constitución de 1978 que instaura el modelo autonómico.
Se aprueban ordenanzas para que concilien la vida laboral y familiar las familias que escolarizan a sus hijos en el colegio “Gregorio Sanz” dejando a los demás (que, por supuesto pagan sus impuestos como todos) marginados. Se convierte en un acuerdo plenario lo que fue presentado como una moción, modificando su texto y su estatus en el transcurso del propio pleno, sin ningún tipo de respeto a las formas debidas ni a la labor de control de la oposición. Estos simples gestos y otros muchos de la vida política ordinaria, que harían una larga lista de señales de prepotencia, de soberbia, de “porque lo digo yo”, nos muestran la verdadera cara tras la careta de la bonhomía y la benevolencia, un absoluto desprecio por aquello que no coincida con sus ideas y un menosprecio de todo lo que suponga separarse de su ideología…
Pero no se crean que estos adalides de la igualdad la practican en sus actos, ellos mismos defienden una cosa y la contraria según cómo resulte para sus intereses. Les parece imprescindible evitar que un escudo preconstitucional luzca en la fachada de un edificio público (Aduanas) y deberá evitarse tal ofensa a la ciudadanía a toda costa, aunque sea picando un escudo tallado en piedra, por ser recuerdo de tiempos ignominiosos aunque no diga nada ni reivindique nada ni sea defendido por ideología alguna… Por el bien de la sociedad los poderes públicos han de velar por que los edificios públicos sean guardianes del debido respeto a la ciudadanía, pero, para algunos, solamente ha de ser así cuando molesta a su pensamiento.
Tal vez esta política de gestos broncos sea tan sólo una estrategia para acercar posturas a sus socios de Bildu en las próximas elecciones europeas del 25 de mayo; tal vez el balcón del Salón de Plenos se convierta en su instrumento para reivindicar sus ideales de independencia, de autodeterminación o de lo que consideren en un momento determinado con su mayoría absoluta; quizás contar con esta mayoría absoluta les haga olvidarse de su disfraz de conciliadores y saquen el radicalismo que su partido proclama; el tiempo lo dirá pero observemos con interés sus actuaciones porque por estos frutos los concoceremos.
Azucena González