Eduardo A. Domínguez Vilar.-(MARTÍN LUTERO Y LA ACTUALIDAD DE LA REFORMA PROTESTANTE)
Fue en la mañana de aquel 1 de noviembre del año de 1517, día de todos los Santos, cuando el pueblo que acudió al templo de la iglesia del castillo de Witemberg en Alemania, encontró fijado en la puerta, un documento que contenía 95 tesis o proposiciones contra las indulgencias. Aquel cartel había sido colocado por un monje agustino, profesor de universidad, llamado Martín Lutero, quien el día anterior, lo clavó en aquella puerta; y aquel hecho singular, fue el principal desencadenante con el que dio comienzo, lo que conocemos como la Reforma Protestante del siglo XVI; hecho del cual se cumple hoy, su 496 aniversario.
El autor de aquellas 95 tesis, el Dr. Martín Lutero, ha sido definido en múltiples ocasiones, como el último hombre de la Edad Media y el primero de la Edad Moderna, y hoy en este 496 aniversario, de aquella efeméride que sin lugar a dudas ha sido la Reforma del siglo XVI, estimamos de que es justo reconocer, muy a pesar de todos los pesares, la vida y obra del gran reformador alemán que dio inicio a la Reforma. Y hoy, aquí y ahora, lo hacemos de una manera especial, en el ámbito de un contexto social, en el cual tradicionalmente, la figura de Martín Lutero, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, la figura real del verdadero Lutero, es algo desconocido para la inmensa mayoría de la población, debido a que sobre su figura, se han vertido los errores y falsedades de todo tipo que, cubrieron de infamia y vilipendio la figura del reformador alemán, presentándonos al mismo como un malvado hereje lascivo, en lugar de hacernos ver al verdadero y auténtico Martín Lutero, el hombre temeroso de Dios, fiel al precioso Evangelio de Cristo. Y tan larga campaña de desprestigio, ensañamiento y vituperio, siempre se hizo, en aras de una tradición heredera de una Historia distorsionada y preñada de viscerales insidias, así como de todo tipo de falsedades, provenientes todas ellas, de los más enconados enemigos de la Gran Reforma Protestante de aquel siglo XVI, en cuyas mentalidades pervivió el odio heredado que les inculcó, el que fue conocido y denominado por el nombre de; “Santo Oficio” de la Inquisición, el cual recordemos, prevaleció siempre en los países latinos de cultura y tradición católico-romana.
Manifestado lo anterior, diremos que, la Reforma del siglo XVI convulsionó a toda Europa, sin excepciones de ningún tipo, y para desgracia de aquellos países que rechazaron la Reforma, podemos ya con la suficiente perspectiva histórica que así lo viene a corroborar, el que esos países en los cuales no triunfó la Reforma, debido a causas diversas, pero siendo la principal de todas ellas, las persecuciones, las torturas y encarcelamientos, las confiscaciones de bienes, etc., que junto con el fuego de las hogueras de la Inquisición, exterminaron en tales países, la semilla y vestigios de la Fe Cristiana Reformada promovida por los reformadores. Esa y no otras, fue la causa principal de que dichos países, quedaran sumidos en el oscurantismo, la ignorancia y el atraso social y económico, lo mismo que a todos los niveles. Ejemplo de lo citado, lo han venido siendo, los países latinos como Italia, España, Irlanda o Portugal; todos ellos, principales países “martillo de herejes”, en los que hasta épocas aun frescas de la Historia reciente, pervivieron los tribunales de la Inquisición; tradición y tan denostada institución que, llevaron a aquellos países del Nuevo Mundo, donde ejercieran un día su poder; de ahí que les dieran en herencia su mismo oscurantismo medieval, junto con su retraso cultural; por ello tan triste legado, podemos ver como aun en nuestros días da sus coletazos de agonía, en aquellos países de América Latina, donde ha tenido y aun tiene arraigo la cultura emanada del catolicismo-romano, como por ejemplo Colombia, Méjico o Brasil.
En contraposición; en los países donde triunfó la Reforma Protestante, pasaron a ser las potencias de aquel entonces que, emprendieron pujantes los caminos de la cultura, la industrialización y el desarrollo humano y social en todos los ámbitos; países en los que se sentaron las bases para el establecimiento en ellos de los sistemas democráticos. Entre esos países que abrazaron la Reforma, nos encontramos algunos que como, la propia Alemania, cuna del reformador, también figuran en el mismo listado; Dinamarca, Inglaterra, Finlandia, Noruega, Suiza o Suecia; incluso la misma Francia, donde la Reforma del siglo XVI, propició los avances y principios futuros que fueran fundamento de la Revolución, y el nacimiento de su forma de Estado republicano y democrático por excelencia, juntamente con el Reino Unido. El negar lo anterior a día de hoy, vendría a ser algo semejante a negar la existencia de la luz del sol.
La Reforma Protestante del siglo XVI, agudizó la pluralidad europea, y sentó los cimientos de la emancipación de los Estados, junto al fundamento de las libertades.
El pensamiento de Martín Lutero, va más allá del ámbito de lo puramente teológico-religioso, ya que es a la vez también científico, económico, dinámico y democrático.
Lutero plantea los temas vitales: Normas de moral social y modos de conducta que, han quedado arraigadas en la sociedades protestantes de esos países, hasta el punto que en los mismos, son impensables casos de todo tipo de corrupción como los que a día de hoy, podemos ver en países tan tradicionalmente católico-romanos como Italia o España, ya que en los países de cultura y tradición reformada protestante, cualquier clase de dirigente político, se ve obligado a dimitir, ante cierto tipo de fraudes nimios o de meras corruptelas de poca monta que, vendrían a resultar meras curiosidades anecdóticas, en comparación con los hechos de gran corrupción habidos en el pasado, y como algunos de los que se dan y son de actualidad a día de hoy, en esos mismos países, como son los casos de corrupción reciente, en Italia o España; países que, junto con Portugal, Brasil, Colombia o Méjico, son los ejemplos más elocuentes donde tradicionalmente predomina socialmente el catolicismo. Y que nadie se rasgue las vestiduras farisaicamente, dado que los hechos de corrupción, son los que son y sería inútil cualquier pretensión en negarlos, por más pretensiones de inocencia que se quieran invocar.
Bueno me dirán algunos, pero Lutero no fue un hombre perfecto, y es cierto, pues Lutero cometió al igual que todo hijo de vecino, algún que otro error, algunos de los cuales no olvidemos, los heredó y fueron innatos a su condición de clérigo de la Iglesia Católico Romana. Nadie –ni Lutero-, puede desprenderse de la noche a la mañana de los prejuicios que adquirió, consciente o inconscientemente, en su niñez y a lo largo de sus años de juventud o de adulto. Eso está claro, a pesar de lo cual, en la vida y obra del gran reformador alemán, pesan y son más positivos sus méritos y aciertos, ante los cuales esos errores resultan casi inapreciables o imperceptibles, y a lo sumo, fueron los errores propios inherentes a la sociedad de su tiempo, influenciada en todo, por la cultura y tradición imperante que, no era entonces otra, sino la tradición que habían impuesto en toda Europa, los príncipes y herederos del que fuera el Sacro Imperio Romano, que se impregnó hasta la saturación, de la cultura propia de la tradición católico-romana, dictada por el papado, cuya imposición se hizo siempre con la ayuda y el poder de reyes y emperadores; cuestiones a tener muy presente a la hora de evaluar, toda la vida y obra de Martín Lutero, y lo que la misma supuso para llevar a cabo una ruptura que propició un cambio radical y definitivo, gracias precisamente a la Reforma que en el siglo XVI iniciara Lutero.
En su vida, Lutero se mantiene como un hombre medieval en muchos aspectos, y como un hombre moderno en otros.
Con Lutero, comenzó una nueva era, y una nueva Teología; o mejor aun, una vieja Teología bíblica cristiana que, había sido abandonada y olvidada, para ser sustituida por doctrinas falsas; dogmas antibíblico, contrarios a la verdadera enseñanza apostólica, y fabulas de tradición humana.
El pensamiento lógico de Lutero, queda evidenciado hasta en algunas de sus anécdotas. Ejemplo de ello, fue cuando él manifestó, en a alusión al tema de las Indulgencias papales de entonces, lo siguiente: “Si el Papa es tan bueno, ¿por qué no perdona a todos, si tiene la facultad de hacerlo?”.
La actitud del reformador, fue siempre la de la tolerancia y la libertad.
Lutero aportó al pensamiento; reflexión y saber. La cultura protestante, no es una “cultura de la vista”, como lo había sido la cultura medieval a través de las imágenes, sino que la cultura protestante que surgió de la Reforma, fue y es, una cultura de la palabra y una cultura del libro, ya que en las confesiones religiosas o iglesias protestantes, ambas cosas –la palabra y el libro-, no son solamente las armas del Pastor o Ministro de la Iglesia; sino que es algo común y también inherente a todos los fieles. Esto fue lo que provocó la erradicación del analfabetismo en una sola generación, en todos y cada uno de los países que aceptaron y se beneficiaron de la Reforma Protestante, en contraposición y contraste con los países que continuaron sometidos por la contrarreforma, al oscurantismo medieval. Hoy en día, por ejemplo, en países como Alemania o Suecia, hasta los ateos hablan de Teología.
La Reforma que inició Lutero, estableció especiales relaciones entre Universidad e Iglesia. Lutero era profesor de Universidad. Con la Reforma, se consagra y establece una relación estrecha entre cátedra y púlpito, algo que continua siendo muy actual en los países protestantes.
El trabajo como valor moral, pasa a tener rango y categoría de dignidad (los denominados “milagros” de Alemania, después de las dos Guerras Mundiales, son una prueba de ello). Esto mismo podemos verlo en los EE.UU. país que hunde sus raíces como bien sabemos, en la cultura y tradición Reformada Protestante.
Otra faceta de la Reforma lo fue, la secularización. La ruptura con la Sede de Roma, secularizó el mundo. La Iglesia ya no lo dominaba todo, ni podría dominarlo todo en el futuro.
Pero aun existe otra faceta del pensamiento luterano que, forma parte de la Reforma Protestante; es el pensamiento que afronta la inseguridad y la angustia vital del ser humano. Un claro ejemplo de ello, lo encontramos en películas del director sueco Igmar Bergman, que era hijo precisamente de un Pastor Luterano, y quien especialmente y de forma magistralmente expuesta –como no podía ser de otra forma en Bergman-, podemos observar en su trilogía sobre “El silencio de Dios”.
El adelanto de las ciencias, con el advenimiento de la invención de la imprenta, jugaron un papel importante en la difusión del pensamiento del gran reformador alemán, así como de aquella Reforma del siglo XVI que él llevó a cabo, y que cambió el mundo ya para siempre, que comenzó un 1 de noviembre, hace hoy 496 años; Reforma de la que nuestro mundo de hoy, es en alguna manera deudor, especialmente en todo aquello cuanto atañe a la libertad, la justicia, la democracia, la solidaridad, el saber y la ciencia, así como los Derecho Humanos.
Eduardo A. Domínguez Vilar