Eduardo A. Domínguez Vilar.- Pese a los aun pocos años que llevamos de este siglo XXI, los mismos han desembocado ya en una crisis, en el más amplio sentido de la palabra: crisis económica, pero también crisis moral, crisis cultural, crisis religiosas. Todo está convulsionado y en crisis. La carencias de verdaderos lideres y estadistas, no pueden improvisarse, y dicha carencia nos abocó a tener dirigentes que solo han hecho gala de su mediocridad, cuando no, de una auténtica y verdadera nulidad debido a sus imperantes ineptitudes.
Esta sociedad de inicios del siglo XXI, es la sociedad heredera del psicoanálisis, del mayo francés del 68, de la muerte del comunismo, pese al resurgir de determinados trasnochados nacionalismos en la vieja Europa, junto a recuerdos del mítico héroe que para algunos fuera Che Guevara, todo ello ha significado el desahucio del hombre-materia, junto a la quiebra del humanismo irracional sin esperanza que, ha saltado con todas las consecuencias del siglo XX donde comenzaba a agonizar, al presente siglo XXI, donde ya totalmente alienado, trata con desesperación mal disimulada, tomar los últimos metros cúbicos de aire que quedan en la botella. Aquel hombre unidimensional profetizado como idílico por Marcuse, ni venció la utopía y fracasó en buscar para si mismo y sus descendientes, la supervivencia cósmica en el desafío del Misterio y de la Ciencia, al estar cegado por esta crisis brutal y quiebra casi absoluta de valores que, de no percatarse a tiempo, y debido al casi endémico hedonismo en que socialmente se encuentra inmerso, perecerá en este siglo XXI; o bien será como un naufrago de una gran nada, si no encuentra una salida que le lleve y motive, para vislumbrar su propia rebelión contra cualquier tipo de determinismo.
Quedan atrás un Heidegger caminando pensativo, un Hitler ejemplo de locura, cinismo y horror, tortura, terror y muerte; un Bertolt Brecht, o un Fidel Castro abrazando a un Papa polaco en la Plaza de la Utopía; como atrás quedan un comandante Marcos que, olvidándose de Chiapas, ahora solamente puede aspirar a firmar un contrato con un decadente Hollywood, donde en uno de sus estudios, sólo le resta que el ex-presidente Bill Clinton, actualmente convertido al vegetarianismo, sea el propio protagonista de su vida, por lo que sin duda pudiera ser la mejor película, candidata al menos a un “Oscar”, sino al de interpretación, sí al menos al de la mejor felación hecha a un presidente por una becaria, como aquella llamada Mónica Lewinsky. Y así, suma y sigue con algunos personajes más, y como si Marx y Froid, fueran unos simples transeúntes cruzando la calle en el día de hoy.
El actual desnudo emocional que se ha entronizado con esta crisis; es un vacío emocional heredado del pasado siglo XX, que queda muy bien reflejado, en uno de los mejores clientes que ha tenido el psicoanálisis: Woody Allen, quien en un diálogo con su ex-esposa Mía Farrow, reflejó fiel y magistralmente ese vacío desolador, lleno de angustia existencial planetaria y personal. Veámoslo:
“-Eres un adolescente inmaduro.
-¿Inmaduro yo?
– Sí, y además no me llenas.
– ¿Qué no te lleno dices?
– Ni emotiva, ni sexual, ni intelectualmente.
– Bueno, bueno, pero… ¿y en lo demás?”
Y así fue con últimos años del pasado siglo XX, y con los años que ya han transcurrido de este siglo XXI; incluido este año que recién inicia su andadura, en el que definitivamente, instalados en la crisis, nuestros políticos hacen demagógicas y esperanzadoras promesas de recuperación por doquier, al parecer ajenos a tanto paro, sufrimiento y dolor, ante el justificado esceptísmo de una ciudadanía que, tímidamente ha comenzado a dar muestras de estar harta de vanas promesas incumplidas, y día a día más asfixiada por todo tipo de recortes, amén de injustificados, también injustos, baste para ello y a modo de un mero botón de muestras con ver la forma de actuar de la Agencia Tributaria, aplicando normativas discriminatorias altamente injustas, en el caso de los emigrantes retornados, etc., mientras la misma administración de Hacienda, justifica a determinadas personas o personajes, amén de la nauseabunda amnistía fiscal que, ha favorecido como de costumbre a los de siempre; en tanto en cuanto que, los miembros de esa misma clase política, hace y permite tales desaguisados; día sí y otro también, determinados miembros de la misma, de Norte a Sur, y tanto de las filas de izquierdas, como de entre las filas de la derecha; y digo derechas, puesto que pregunto; ¿cree realmente alguno de ustedes de que, existe en realidad el centro político en España? Si existe, yo no lo veo en el actual panorama político por ninguna parte, igual que no veo ese tan cacareado “republicanismo” en dirigentes del PSOE que, se autoproclaman sin el menor empacho ni sonrojo, como republicanos; hecho que se niega por si mismo, con sólo escuchar por ejemplo a una ex-ministra, como Trinidad Jiménez, entonando laudas a lo grande a la monarquía y al rey; laudas que por otro lado, es evidente que las mismas siempre han formado parte y han sido y son inherentes, a los típicos aduladores que han existido, y aun existen, visto lo visto, a lo largo y a lo ancho de la Historia, de la sufrida piel de toro de nuestro ruedo ibérico; mal o dolencia que, en algunos de nuestros ejemplares políticos, parece ser a estas alturas, algo ya endémico, sin que a día de hoy podamos decir, de que exista vacuna con la que poder erradicar dicha patología.
Y ya expuesto todo lo anterior, y en honor a la verdad, no nos llenan, todos esos cien años transcurridos del siglo XX; como no nos llenan, los que hemos dejado atrás de este siglo XXI, ya que nos han dejado frustrados y vacíos, y nos dan la sensación de que embargan nuestro futuro y nuestra dignidad, sin que nuestros políticos de turno encuentren y pongan en marcha, las deseadas soluciones. ¡Lamentable, pero cierto!
Ante tal panorama, y por una de esas puras casualidades de la vida, en estos mismos instantes en que finalizo el presente artículo, suena en mi receptor de radio, la melodía de una ya vieja canción, cuya letra decía lo siguiente: “Si yo tuviera una escoba… / Si yo tuviera una escoba/ …Si yo tuviera una escoba, Jacoba…/Cuantas cosas barrería….”
Si, ciertamente, no sólo debe barrerse toda la superficie de esta nuestra democracia coja, ya casi paralítica, sino que también, es de vital urgencia desinfectarla en cada uno de sus recovecos y esquinas, y por lo que se puede apreciar, recovecos y esquinas los tiene a mazos, y hasta algunos comentan de presuntos indicios que pudieran delatar, la posible existencia de alguna que otra caverna. ¿Ustedes qué opinan? …
Eduardo A. Domínguez Vilar