Rhodéa Blasón – Sangre de mi sangre. Los progenitores tenemos una asignatura pendiente en la que nadie nos instruye: ser Padres. Disciplina complicada de afrontar y que constituye un desafío descomunal desde que nuestros vástagos nacen y mientras atraviesan las diferentes etapas de la vida que configuran parte de su crecimiento. Quienes asumimos conscientemente el cometido de traer al mundo a nuestros retoños, velozmente vislumbramos que pasamos a afrontar una misión ardua y delicada. Totalmente desconocida y extraña para nosotros.
La Sangre es felicidad, dicha, satisfacción, amor, cariño, esperanza, optimismo, ilusión, confianza, … ¡Simboliza tantas evidencias!. La Sangre es prolongación de la estirpe, del tronco familiar.
Sangre de mi sangre, por la que persevero cada día en mis cometidos; por la que brego para que fluya sanamente; por la que río cuando está alborozada; por la que lloro cuando está atribulada. Sangre descendiente de mi férreo linaje a la que transfiero mis conocimientos aguardando a que los incrementen desarrollando su propio carácter y personalidad.
Nuestra Sangre nos duele, nos preocupa, nos desconsuela, nos aflige, nos contraría,…¡Pero es nuestra Sangre! Sangre de nuestra sangre que debe manar por sus propios medios, explorar su más conveniente senda, …a pesar de nuestro desasosiego, ansiedad e inquietud porque pueda tropezarse con afluentes o vías secundarias que le hagan peligrar.