En coyunturas inoportunas y desacertadas es deseable no condescender con quien las propicia e ignorarlas. Nos acontecen cotidianamente y hay que gozar de un intelecto y una razón hercúleos para desatender los vericuetos sociales que algún ser nos quiera imponer. Decían mis progenitores con gran certeza que “a palabras necias oídos sordos”, consigna de gran sabiduría por su parte y que puede atribuirse a los “hechos” instaurados por seres que quieren intimidar y amedrentar la voluntad de los demás.
La voluntad. ¿Realmente discernimos su concepto específico?
Capacidad humana para decidir con libertad lo que se desea y lo que no, explica el diccionario de la RAE.
¿Los seres humanos tenemos siempre libertad de decisión con nuestros deseos? Yo creo que no. Los factores sociales, ocupacionales, familiares y otros ajenos a nosotros mismos hacen que en demasiadas ocasiones no seamos libres para elegir. En el trabajo hay normas que cumplir, no podemos evitarlas; en nuestra familia se suceden hechos que coartan nuestra independencia, pero conocedores de este hecho cuando formamos un hogar libremente, sabemos de antemano que nos debemos a las personas con las que convivimos porque las amamos, al igual que a nuestros descendientes y ascendientes y las contrariedades que nos aporten. Evidentemente, frente a un accidente, una enfermedad o un suceso fortuito, foráneo a nuestra personalidad, no tenemos más que enfrentarnos a lo que surja y superar todas las trabas, impedimentos o dificultades que comporten. Para eso tenemos la “fuerza de voluntad”, para intentar lograr superar los “baches” de nuestra existencia.
Pero lo más nefasto con lo que podemos converger es que uno o diferentes seres sociales traten de vilipendiar nuestra voluntad con actos, palabras o formas impertinentes y desatinadas, ofreciéndonos una “miel” irreal para que caigamos en sus anzuelos, tramas y estratagemas; que intenten marginarnos con sus palabras despreciativas y peyorativas, para anular nuestra libertad de decisión; que nos manipulen en favor de ellos mismos sin preocuparse de las consecuencias que nos puedan ocasionar, ….
Estimulemos nuestra voluntad para utilizarla como mejor podamos para encontrar nuestra libertad, siempre que nos sea posible sin perjuicio de nuestra persona, y para que se convierta en un férreo “muro de hormigón” frente a quien intente mangonearnos. Dejemos pasar por alto esa palabrería con la que traten de ofendernos sin prestarle ningún aprecio.